Una de las
cosas que le decía, mientras compartíamos el almuerzo es que, por lo general << la
iglesia (en general) siempre busca canciones “demasiado espiritualistas, como
que muy ideales de un porvenir, muy pegadas a la Biblia” y, deja a un lado
aquellas canciones, que también son cristianas, pero que hablan de temas
sociales, como esa de Jesús Adrián Romero >>
En estos días
de “meditación” por Semana Santa, me pregunto ¿Qué hará la iglesia para
conmemorar la fecha? ¿A quiénes irá la esencia de sus predicaciones?; está por
demás decir que todas las predicaciones de estos días, estarán relacionadas a
las meditaciones de los pasajes bíblicos que hablan sobre la pasión y muerte de
Jesús, sobre sus innumerables milagros, sobre la vez en que fue bautizado o
cuando se desapareció en su adolescencia; meditarán quizás sobre la
alimentación de los cinco mil y de los cuatro mil, sobre los 10 leprosos
sanados, sobre sus parábolas, sobre cómo llamó a sus discípulos; es probable
que hagan un alto en aquel pasaje que hable sobre la importancia de la infancia
en el reino de los cielos, o cuando convirtió el agua en vino, sobre su
exquisita manera de romper reglas fariseas para ofrecer una vida plena; es fijo
que se hablará sobre sus 40 días de ayuno, sobre las veces en que fue tentado y
las formas en como “venció” a la tentación, sobre la negación de Pedro y la
traición de Judas, sobre sus “siete” palabras dichas en la cruz antes de
expirar; y claro, el domingo hablaran sobre su magnífica resurrección y cómo
este acto sobrenatural nos asegura, que nuestra fe no es una fe banal y que por
el contrario, tenemos esperanza de que volverá de la misma forma en que
ascendió, nos juzgará y, quienes hemos creído en él seremos llevados a ese
Reino de calles de oro y mar de cristal; y quienes no, serán condenados al
fuego eterno.
Sin duda
alguna, que dichas meditaciones, al menos para nosotros los “cristianos”,
buscan que quienes no lo son puedan, no sólo escuchar, sino también vivir las
buenas nuevas; vale decir, buscan ofrecer una “renovación” de sus vidas y que,
no sólo escuchen de Jesús, sino que crean en él, en el propósito de su muerte
y, vivan conforme él vivió. Sin embargo, una de las cosas que he visto, con
mucha pena, es que a veces estos mensajes son que “muy selectivos”; es curioso
que en estos días se pretenda hablar del “evangelio de Cristo”, se pretenda
hablar de “su incomparable amor”, se pretenda hablar de “sus planes con nuestra
vidas” pero, que al mismo tiempo, seamos mezquinos con ese evangelio
restaurador.
Me pregunto
si ese evangelio restaurador también está destinado para: los homosexuales que
exigen se apruebe la “Unión Civil”; esas mujeres que exigen se “legalice el
aborto”; esos chiquillos que andan apretando el gatillo de sus armas a cambio
de unas cuantas monedas; aquellos violadores de niñas y niños; aquellos que se
enriquecen a causa de otros; aquellos que se dedican a la trata de personas;
aquellos que se dedican al narcotráfico; aquellos pedófilos que comercializan videos
pornográficos de menores de edad; aquellos que sólo se dedican a robar o a las
drogas; aquellos políticos que viven del pueblo; en fin, hay un sin número de
gente “mal vista” a quienes, muchas veces siento que el evangelio se les
mezquina.
Uno de los
pasajes bíblicos que me he animado a leer en estos días, ese que se encuentra
en Juan del 7:53 a 8:11, éste pasaje hace mención al momento en que Jesús se
encontraba en el monto de Los Olivos y, de pronto la gente le trajo a una mujer
que había sido sorprendida en pleno acto del adulterio, se la presentaron a
Jesús y le preguntaron ¿qué es lo que él sugería hacer con ella? (¿qué castigo
debería recibir?) la pregunta era por demás, puesto que según “la Ley” si una
mujer era encontrada en esas circunstancias, entonces sólo le quedaba morir
apedreada públicamente; sin embargo la traen a Jesús, y éste les dice: el
que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra;
creo que ninguno de los presentes, pensó que Jesús les daría una respuesta tan
desafiante y analítica como esa; entonces, sin pensarlo dos veces, tiraron sus
piedras al suelo y, uno a uno se fueron retirando. Luego, Jesús voltea a ver a
la mujer, quien probablemente estaba hecha un mar de lágrimas y se sentía
totalmente avergonzada, una mujer que probablemente no tuvo las fuerzas y el
valor necesario para mirar a la cara de Jesús cuando él le preguntó “¿dónde están los que te acusan? ¿No te
condenaron?”, quizás al momento de responder “ninguno Señor”, lo hizo entre dientes y con el rostro cubierto;
pero, Jesús, en un acto de ternura y de justicia (no porque el fuese pecador,
sino porque vio que la mujer realmente estaba arrepentida) le dice “ni
yo te condeno; vete, y no peques más”
Entonces,
haciendo un análisis sobre estos dos últimos párrafos, me pregunto lo mismo que
mi amigo músico, Santiago Benavides, pregunta en su canción La Mirada de
Jesús; canción en dónde narra situaciones de gente, que no andan “muy bien”
que digamos y, pregunta “¿Cómo es la
mirada de Jesús? Frente a esas situaciones”; su respuesta inmediata es:
<<…Si
Él mira con el amor con que un padre mira a un hijo | y mira viendo la historia
que hay detrás, | si Él mira con el perdón que costó su sacrificio | imagínate...
imagínate, imagínate como mira Jesús…>>
¿Cómo los
miras tú?
Simplemente
KAJOVEPI
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