Está por
demás tratar de hacer una síntesis situacional sobre lo acontecido en los
últimos días en nuestro querido y amado Perú, en lo que a política se refiere.
En menos de 24 horas; la revelación de unos “fujivideos”, que no tienen ni pies
ni cabeza; un expresidente acorralado por todas las pruebas sobre sus actos de
corrupción; la indignación de la población que se reflejó en las calles y las
redes sociales entre otras cosas; han traído consigo un terremoto político, de
tal magnitud, que esperemos pueda ser superado.
Recuerdo que
en medio de todas estas idas y vueltas, una amiga, nos compartía a través de su
Facebook, la encrucijada en la que se encontraba al momento en que su hijo
curiosamente le preguntaba ¿Por qué PPK
debería renunciar?; particularmente yo no sé cuál hubiese sido mi
respuesta, si mi hija me hubiese hecho la misma pregunta; pero, sí considero
que preguntas como esas (tan incisivas y directas a la yugular) son
oportunidades para poder crear y hacer patria con ellos; son momentos en que
nos llevan a crear un nuevo Perú, ese Perú con el que tanto soñamos y buscamos
construir, aunque nos parezca un poco lejos.
En estos
precisos momentos, viene a mi memoria, aquella pregunta que se hizo viral en un
video ¿En qué momento se jodió el Perú?; pero yo adicionaría unas cuantas
preguntas más ¿Quién jodió al Perú? ¿Por qué permitimos que se joda tanto?
¿Tenemos responsabilidad en ello?. Este cambio de presidente, no hace otra cosa
más reflejar, que en cierta medida nosotros y nosotras tenemos cierto grado de
responsabilidad en lo que ha pasado y está pasando. Sí, nosotros/as los y las
ciudadanos/as de a pie, también tenemos culpa en esta crisis política.
PPK se vio obligado
a renunciar, porque las pruebas con las que se lo acusaban estaban más que
claras; se vio obligado a renunciar, porque la teoría de que “su banquito le ha
generado los ingresos que tiene” eran por demás, insostenibles; se vio obligado
a renunciar, porque han quedado al descubierto que todas esas ansias de querer estar
y mantenerse en el poder, lo único que reflejaban era sus altos intereses por
“proteger intereses personales” (valga la redundancia); PPK se vio obligado a
renunciar, porque ya no tenía moral alguna.
Y claro,
nosotros y nosotras, de alguna u otra manera hemos “aceptado y aplaudido su
salida”. Es cierto que la mayoría de la población (las estadísticas afirman que
más del 50%) no estamos del todo contentos; es cierto que la mayoría de la
población desea una renovación total de las esferas políticas; es cierto que la
mayoría de la población opta porque el Congreso sea cerrado, se tenga una nueva
constituyente, el presidente salga del poder y entre gente nueva. Frente a
propuestas como esas, me pregunto ¿Quién puede ser esa “gente nueva”? ¿Quién
tienen esa “capacidad y reserva moral” para poder cederle las riendas de
nuestra patria? ¿Quiénes aún no han sido manchados por actos de corrupción?
¿Quiénes no tienen sus entripados?
Hace algunas
líneas decía que, en cierto modo, nosotros y nosotras también somos responsables
de lo que aquí está pasando ¿Cómo es posible que yo me atreva a
responsabilizarnos de éste terremoto?, pues bien, seamos un poco sinceros y
analicemos; antes de que los candidatos/as sean elegidos/as como autoridades
¿Hemos analizado cada uno de sus planes de gobierno? ¿Hemos revisado sus hojas
de vida? ¿Hemos averiguado sobre su legajo político? ¿Por qué los hemos
elegido? ¿Hemos dado un voto consiente? Y luego de votar por ellos/as ¿Hemos
hecho labores de vigilancia socio-política a nuestras autoridades? ¿Hemos
vigilado el cumplimiento de sus compromisos de campaña? ¿Hemos denunciado, a
tiempo, esos actos de corrupción que hemos detectado? Adicional a expresar
nuestra indignación, tanto en la calle como en las redes sociales ¿Hemos hecho
algo más? ¿Hemos pedido que las “rendiciones de cuentas” sean claras? Y ya
cuando estos han dejado el cargo ¿Hemos seguido vigilándolos/as? ¿De qué forma
estamos haciendo uso de nuestra ciudadanía?
Soy
consciente que hoy por hoy, lo único que todos/as buscamos no sólo es una
“tranquilidad” o “salir de esta crisis”, sino que queremos que las cosas
cambien; pedir que se vayan todos y que entre gente nueva, no está mal; de
hecho, soy partidario de esa opción, creo que es necesario una renovación total
de todas nuestras esferas.
Pero también,
soy consciente de que si esa renovación no está acompañada de un compromiso
ciudadano, un compromiso que nos llame a no sólo estar alertas frente a actos
corruptivos, sino que estemos vigilantes a que las cosas se hagan bien, estemos
vigilantes de que la política se use para lo que es “servir al pueblo”;
entonces, lamentablemente volveremos a caer en ese círculo vicioso que tanto
daño nos hace. ¿Queremos volver a caer en él?
Simplemente
KAJOVEPI
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