lunes, 27 de junio de 2022

San Juan, está de vuelta

 

Cafecines, ¿cómo les va? ¿ya tomaron su dosis diaria de café amargo?, espero que sí; en mi caso, no hay café a diario, pero, sí muchas cosas por compartir y escribir, sé que ha pasado un buen tiempo desde mi última entrega, pero, como dicen, de tiempo en tiempo es mejor.

No quiero centrarme ni en política, ni en actos de corrupción, ni en cómo es que nuestra economía se ve afectada, ni nada de esas cosas; son importantes, claro está, pero, hablar siempre de ello, a veces, lejos de hacernos bien, nos hace mal, nos vuelve monótonos, aburridos e incluso desabridos.

Por el contrario, me gustaría centrarme un poquito en las actividades por la 48 semana turística de Moyobamba, o como comúnmente decimos, las “fiestas de San Juan, San Pedro y San Pablo”; y es que siento que el retorno de las celebraciones, a modo presencial, en medio de tantas cosas, nos han dado algo de alegría y sabor a nuestro diario vivir.

He podido ver, con mucha alegría, emoción y pasión, a centenares de propios y extraños abrir el camino para el pase de las delegaciones que participaron en las “pandillas motivacionales”; he visto pañuelos blancos hondeando en medio de las calles así como en las veredas; a gente que no ha dejado de coquetear a su pareja al ritmo del shiquicheo y que con voz en cuello gritaba el “dale vieja, dale viejo”.

Es probable que me hayas visto, es probable que te haya visto, es probable que, entre risas y todo, hayamos hecho el “fierro, fierro”, sin importar si somos desconocidos o no, porque lo que importa, es el derroche de la algarabía.

Si las pandillas motivacionales han llenado la plaza, ya me imagino la cantidad de gente que tendremos el 24 de junio, en el Baño bendito; o en la velación allá en la casa de don Edilberto Góngora; o persiguiendo a la vaca loca desde la Punta de Doñe; o comiendo su arroz baleado, recién pilado y hecho a leña, que los vecinos del jirón El Dorado prepararán, durante su tarde costumbrista.

La respuesta por parte de la ciudadanía nos demuestra una sola cosa: nuestras costumbres aún se mantienen vivas; y que bonito es ver caravanas de pandillas en donde tenemos a gente muy mayor, a abuelitos y abuelitas gozar y pandillear junto a niños y niñas de escuela e incluso de jardín, es lindo porque, una de las razones para mantener viva nuestra cultura, es cuando esta se transmite de generación en generación.

Sí, es probable que alrededor de esta celebración, sobre todo en su lanzamiento y organización, ha habido un sinnúmero de cuestionamientos por cómo es que lo están desarrollando, cuestionamientos que han sido más que duros para con la Municipalidad Provincial de Moyobamba (responsables de la celebración) y que espero, no hayan ido a parar en un saco sin fondo, sino que, por el contrario, se tomen de la mejor manera a fin de poder ajustar y, valga la redundancia, mejorar las próximas ediciones.

Ahora bien, la celebración no nos debe hacer olvidar que, los estrados de la pandemia de la COVID19, el riesgo de contagio del virus y otros, aún se mantiene; entonces, esta celebración debe ser más que responsable, debemos buscar formas más adecuadas a nuestro contexto; es cuestión de sentarnos, analizarlo, planificarlo, validarlo, aplicarlo, evaluarlo e implementarlo.

Mientras ello ocurra, coja su pañuelo, saque su pareja y baile la pandilla, que bailo yo también.

Simplemente KAJOVEPI