Cafecines, ¿cómo les va? ¿ya
tomaron su dosis diaria de café amargo?, espero que sí; en mi caso, no hay café
a diario, pero, sí muchas cosas por compartir y escribir, sé que ha pasado un
buen tiempo desde mi última entrega, pero, como dicen, de tiempo en tiempo es mejor.
No quiero centrarme ni en
política, ni en actos de corrupción, ni en cómo es que nuestra economía se ve
afectada, ni nada de esas cosas; son importantes, claro está, pero, hablar
siempre de ello, a veces, lejos de hacernos bien, nos hace mal, nos vuelve monótonos,
aburridos e incluso desabridos.
Por el contrario, me gustaría
centrarme un poquito en las actividades por la 48 semana turística de
Moyobamba, o como comúnmente decimos, las “fiestas de San Juan, San Pedro y San
Pablo”; y es que siento que el retorno de las celebraciones, a modo presencial,
en medio de tantas cosas, nos han dado algo de alegría y sabor a nuestro diario
vivir.
He podido ver, con mucha
alegría, emoción y pasión, a centenares de propios y extraños abrir el camino
para el pase de las delegaciones que participaron en las “pandillas
motivacionales”; he visto pañuelos blancos hondeando en medio de las calles así
como en las veredas; a gente que no ha dejado de coquetear a su pareja al ritmo
del shiquicheo y que con voz en cuello gritaba el “dale vieja, dale viejo”.
Es probable que me hayas visto,
es probable que te haya visto, es probable que, entre risas y todo, hayamos
hecho el “fierro, fierro”, sin importar si somos desconocidos o no, porque lo
que importa, es el derroche de la algarabía.
Si las pandillas motivacionales
han llenado la plaza, ya me imagino la cantidad de gente que tendremos el 24 de
junio, en el Baño bendito; o en la velación allá en la casa de don Edilberto
Góngora; o persiguiendo a la vaca loca desde la Punta de Doñe; o comiendo su
arroz baleado, recién pilado y hecho a leña, que los vecinos del jirón El
Dorado prepararán, durante su tarde costumbrista.
La respuesta por parte de la
ciudadanía nos demuestra una sola cosa: nuestras costumbres aún se mantienen
vivas; y que bonito es ver caravanas de pandillas en donde tenemos a gente muy
mayor, a abuelitos y abuelitas gozar y pandillear junto a niños y niñas de
escuela e incluso de jardín, es lindo porque, una de las razones para mantener
viva nuestra cultura, es cuando esta se transmite de generación en generación.
Sí, es probable que alrededor de
esta celebración, sobre todo en su lanzamiento y organización, ha habido un
sinnúmero de cuestionamientos por cómo es que lo están desarrollando,
cuestionamientos que han sido más que duros para con la Municipalidad
Provincial de Moyobamba (responsables de la celebración) y que espero, no hayan
ido a parar en un saco sin fondo, sino que, por el contrario, se tomen de la
mejor manera a fin de poder ajustar y, valga la redundancia, mejorar las
próximas ediciones.
Ahora bien, la celebración no
nos debe hacer olvidar que, los estrados de la pandemia de la COVID19, el riesgo
de contagio del virus y otros, aún se mantiene; entonces, esta celebración debe
ser más que responsable, debemos buscar formas más adecuadas a nuestro
contexto; es cuestión de sentarnos, analizarlo, planificarlo, validarlo,
aplicarlo, evaluarlo e implementarlo.
Mientras ello ocurra, coja su
pañuelo, saque su pareja y baile la pandilla, que bailo yo también.
Simplemente KAJOVEPI