Vistas a un doble discurso del Gobierno.
“No seas cómplice”, es parte de la nueva (en
realidad ya tiene un par de meses) estrategia comunicacional que el gobierno,
en todos sus niveles, ha iniciado; esta campaña, si mal no recuerdo, inició al
mismo tiempo en que las cuarentenas focalizadas culminaban.
Frente a esta situación, el gobierno consideró que
era probable que algunas actividades tales como: reuniones sociales, visitas
familiares, las pichangas en los barrios, entre otras en donde existe
aglomeración, empezarían a desarrollarse (pese a estar prohibidas) y ellos
traería consigo nuevas infecciones que podrían ir acrecentándose hasta llegar a
una segunda ola, que es lo que está pasando en otros países, en especial en el
continente europeo.
Parte de dicha estrategia es la difusión de videos
publicitarios, en donde vemos a gente en esas circunstancias, vale decir o
jugando su pichanga o visitando a sus familiares, siendo incrédulos de las
consecuencias de esos actos y, cierra con sus familiares directos (mamá,
abuelita, hermano) en camas UCI y colocándoles respiradores. Aterrador ¿verdad?
El gobierno pensó, y sigue pensando que, con la
difusión de dichos videos o flyers con igual argumento, podía, en cierta
medida, llamar a la reflexión a la ciudadanía, a fin de que nos mantengamos
alertas y sigamos con las medidas de bioseguridad, más allá de la cuarentena,
así como a evitar participar de este tipo de actividades; y, de arranque, nos
chanta la culpa, en un hecho en el cual ellos (como gobierno) también tienen
responsabilidad.
Disculpen, pero, hay situaciones que, en lo
personal, no entiendo o que simplemente se contradicen con el mensaje inicial.
Por ejemplo, se habla de que las visitas familiares
están prohibidas, pero, no se dijo nada cuando Entel, una operadora de
telecomunicaciones, empezó a difundir un spot emotivo en donde los
protagonistas eran una nieta con su abuelo, quienes luego de la cuarentena (al
toque no más) ella decide visitar a su abuelo; y pues, en el spot se los ve muy
felices, corriendo a abrazarse y todo lo demás; esto, cuando la cuarentena
general había terminado y se iniciaba con las focalizadas. El mensaje estaba
claro, “ahora que ya todo acabó, ya puedes ir a ver a tu familia”; y, aunque
luego de tantas críticas, el protagonista mayor salió a indicar que no era un
acto irresponsable, que ambos habían pasado por pruebas moleculares y todo, ya
el mensaje estaba dado.
Otro ejemplo de cómo el gobierno se contradice. Los
viajes interprovinciales (aéreos y terrestres) ya se reiniciaron; al principio
se planteaba que, con el fin de evitar contagios, las unidades móviles deberían
operar con el 50% de aforo, luego hubo una serie de protestas por parte del
sector empresarial, diciendo que no era posible y toda la cosa, y optaron por
aprobar aforo al 100% (claro, eso no aplica a combis y autos que hacen rutas
cortas, paradójico ¿no?). Entonces ahora se viaja pegados el uno del otro;
quienes viajan, llenan una declaración jurada indicando no tener COVID-19,
pero, nadie garantiza que, quienes la firman, están diciendo la verdad. En esa
misma línea, de qué te sirve mantener tu metro y medio de distancia en todo el
proceso previo a abordar la unidad, si, durante todo el viaje vas a estar al
lado de gente que ni conoces.
El gobierno nos dice que las reuniones sociales
están prohibidas, para evitar aglomeraciones, pero, al mismo tiempo, el sistema
de pago de sus bonos es ineficientes; y entonces, hay una situación que se
repite; gente a la que se le programó sus pagos, haciendo largas colas en las
afueras de los bancos, muchas veces incluso, como pasa en Moyobamba, la cola de
un banco se cruza con la de la otra, los sistemas colapsan, hay poco personal
atendiendo y todo se vuelve un caos.
En esa misma línea, de qué le sirve al gobierno
prohibirnos las reuniones sociales si nuestras autoridades andan inaugurando
obras, organizando reuniones de coordinación y otros; actos en donde hay mucha
gente, en algunas ocasiones incluso sin respetar el distanciamiento social, ni
mucho menos usando las mascarillas. Recientemente se ha aprobado que a partir
del presente mes las iglesias abran sus puertas para el desarrollo de sus
cultos, con aforo limitado, sí, pero, ya sabemos que lo del aforo es muy
cuestionable. Y ojo, el premier Martos, ya ha indicado en reiteradas ocasiones
que las actividades económicas ligadas al entretenimiento (cines, bares, night
clubs, discotecas, teatros…) se estarían reactivando antes de fin de año. Esto
sin considerar que hay pedidos porque el aforo de los centros comerciales pase
del 50% (permitido actualmente) al 60%, con motivos de fin de año.
El gobierno nos dice que no debemos jugar pichangas
con los patas del barrio, “no seas cómplice” nos sentencia; pero, es este mismo
gobierno el que autorizó se reinicie los partidos de la Copa Perú (la
profesional) en sus dos etapas; así como los partidos de la selección peruana,
en este camino rumbo a QATAR 2022; y ojo, que Mónica Delta, ha revelado que hay
un pedido por parte de la Federación Peruana de Fútbol, para que en el
encuentro de noviembre se permita el ingreso de máximo 5 000 (cinco mil)
hinchas, a la sede del estadio nacional.
Es cierto que, a nivel mundial, somos el cuarto país
con alto número de contagios, pese a todas las medidas que el gobierno ha implementado;
pero, también es cierto que la responsabilidad no es sólo y únicamente de la
ciudadanía, sino que es colectiva (ello incluye a las autoridades).
No bajemos la guardia, sigamos cuidándonos.
Simplemente KAJOVEPI