Porque los encuentros o reencuentros, sean memorables.
Vizcarra, mi presi, tu presi, nuestro presi; quien
junto a su equipo de prensa y su séquito de Ministros, se han convertido en el
nuevo magazine del medio día (creo que a estas alturas del partido, no hay
peruano(a) que no deja de verlo); nos acaba de confirmar que nuestro encierro obligatorio se extenderá hasta el domingo 12 de abril
de 2020, con todo lo ya aprobado a la fecha y con todo lo que se acaba de
aprobar hoy (restricción vehicular, permanecer en casa, aeropuertos cerrados, subsidios,
acceso a las CTS, no pago de las AFP, toque de queda…), de hecho que en el
transcurso de los días, se aprobaran otras medidas.
Sí, es más que probable que ese discurso no solo
haya malogrado tu almuerzo, sino también el resto de tu día, y quien sabe,
hasta de tu cuarentena (depende de con quién y cómo la estés pasando); pero, lo
ideal no es hacernos hígado, menos en estas circunstancias. Tienes, mejor dicho,
tenemos, que verlo por el lado amable, como dijera el Chavo del 8; al menos Semana
Santa la pasarás reflexionando y en casa, como se debe, ahora, si tanto quieres
“acampar”, pues, ahí está tu huerta, ruega no más que ese día no llueva.
Les contaré, desde que mi hija cursaba su último año
de educación inicial, a un grupo de tres mamás, a la profesora y a mí (soy el
único hombre en ese grupo) se nos ocurrió reunirnos cada cierto tiempo y de
manera rotativa, para poder disfrutar de un cálido café de olla con sus tamalitos, sus pancitos, tacachito
o cualquier otra cosa que nos ofrezca, a quien ese día le toque recepcionarnos en
su casa; claro, el resto, si gusta puede llevar un vinito o alguna otra cosita.
Como ya les dije anteriormente, el motivo de la
reunión es único, disfrutar de ese cafecito caliente; obviamente, con ese café
viene agregado la cháchara, los chistes, las ocurrencias y las risas; el café
no deja de dar vuelta, y si se acaba pronto, agarramos el vino; solemos
terminar pasada la medianoche. En lo personal, no saben cómo los disfruto, puede
que incluso, sea lo equivalente a una especie de terapia comunitaria.
Justamente, el último café, lo tomamos días antes de
esta cuarentena; podría decir que fue por mi culpa, pues curiosamente, decidimos
adelantar la fecha porque, en teoría, yo viajaba por una semana a la capital;
sin embargo, en la mañana del mismo día en que nos tomaríamos ese café, me
comunicaban que todo se cancelaba.
Probablemente ustedes, como en mi caso, tienen un
grupo de amigos, familia, compañeros de trabajo o de juerga, con quienes suelen
encontrarse regularmente; probablemente los andan extrañando y, desean que esto
acabe pronto, para que puedan salir con ellos(as) e ir a comer, por un trago,
una fiesta, dar vueltas por la plaza o visitarse.
Y, si hay algo que estamos aprendiendo de estos días
de encierro, es a valorar el tiempo
que podamos pasar con ellos(as), sí cuando sales o los visitas ¿cómo la pasas?
¿qué haces? ¿qué memorable queda de ese encuentro? ¿es un encuentro más? O es
¡el encuentro!; a veces, solemos ser mezquinos con quienes están alrededor nuestro
y, pese a que tenemos la posibilidad de compartir tiempo juntos, decidimos
encerrarnos en nuestra burbuja telefónica.
Pero, otra de las cosas que estamos aprendiendo, es a valorar a quienes
tenemos cerca, vale decir
con quienes estamos pasando la cuarentena; puede que sean familiares tuyos,
pero, a lo mejor ni los conoces lo suficiente. Puede que hayas decidido pasarla
con tu “enamorado(a) o novio(a)” y, de pronto te das cuenta que esto de la
convivencia, es una muestra real, palpable y cerca de que, no pueden estar
juntos un minuto más (y encima la amplían).
Quizás decidiste pasarla con amigos y pues andan
fortaleciendo la relación, armando planes en conjunto, concretando sueños,
haciendo negocios y cosas así. También es probable que la estés pasando solo(a)
y, aparentemente tienes más tiempo para ti y para tus cosas, pero te la pasas
durmiendo todo el día.
De lo que sí estoy seguro, es que una vez que pase
esto, y todos y todas tengamos la posibilidad de volvernos a ver, de volver a
estar cerca, de volver a abrazarnos (porque ya no será un riesgo) o a besarnos,
es que vamos a tener unas tremendas ganas de ir por un café o por lo que sea.
Deseo, que ese reencuentro, que ese “café pendiente”,
sea distinto a los que hemos tenido hasta hoy; pensando en que podría ser el
último de nuestra historia, pero haciendo los esfuerzos suficientes y
necesarios, porque sea memorable.
Simplemente
KAJOVEPI