Durante la
presente semana, y previas a una nueva marcha del #NiUnaMenos, nos enteramos de
una lamentable noticia (al menos la más notoria, de hecho que hay más de ese
tipo, pero en ésta ocasión nos centraremos en esa); se trata sobre la trágica y
repentina muerte de una voleibolista peruana, de apenas 16 años, en
circunstancias aún no esclarecidas.
Como mencioné
líneas anteriores, es más que seguro que hubo más casos similares, durante la
semana o semanas pasadas, casos que no deben desmerecer nuestra atención, sino
que por el contrario deben esclarecerse y buscar responsables y sanciones (en
caso las hubiera); sin embargo, la intención del presente artículo es
reflexionar tomando en cuenta la siguiente pregunta ¿cómo estamos actuando como
sociedad frente a éste tipo de casos?
En relación al
caso sobre la voleibolista Alessandra Chocano (16 años), se ha hablado mucho
sobre ella, entre verdades y mentiras, la prensa ha tratado de “ayudar” a
esclarecer los hechos, y cual Ministerio Público han entrevistado a cuánto
involucrado han creído conveniente a fin de tener “todas las versiones del
hecho”; una de las primeras conclusiones a las que se ha llegado (y que se
soporta en los exámenes médico legista) es que la niña murió por un “edema
cerebral y pulmonar”; otro de los resultados de esas investigaciones,
revelarían de que la niña de 16 años, previo a su muerte, estaba en una
discoteca y luego fue, junto a otras personas, a un departamento en Miraflores
– Lima, donde estuvieron bebiendo, fue entonces cuando murió, aparentemente por
exceso de alcohol; la forma en cómo se encontró su cuerpo, parece indicar que
también sufrió una violación sexual.
La verdad es
que frente a éste caso, no podría aportar mucho (en términos médicos o legales,
dado que ni soy doctor, ni soy abogado) y sólo esperaría las versiones
oficiales de quienes corresponda. Sin embargo, de lo que sí puedo hablar es de
todo lo que ésta muerte ha generado; una de las cosas que llamó mucho mi
atención, es que aún existe gente que sigue culpando a la niña sobre su muerte;
es más, algunos hasta han llegado a justificarla, aduciendo que fue “ella quien
se lo buscó” que ¿cómo es posible que una menor de edad esté en una discoteca?
¿Cómo es posible que una deportista no sepa cuidarse, al ingerir todo tipo de
alcohol? ¿Cómo es posible que se vaya a un departamento con desconocidos?... si
se han dado cuenta, en estos dos últimos párrafos, he resaltado la palabra
“niña”, porque en efecto, estamos hablando de una adolescente de 16 años, que
si bien es cierto ya era independiente para algunas cosas, sin embargo, para el
Estado y sus leyes, ella aún era una niña; entonces, frente a esa
circunstancia, yo me atrevería a cambiar algunas de esas preguntas y diría:
¿cómo es posible que una discoteca permita el ingreso de menores de edad a su
establecimiento? ¿Cómo es posible que se le expenda bebidas alcohólicas (aun
sabiendo que está prohibido)? ¿Cómo es posible que unos cuantos desconocidos
(mayores de edad) se hayan atrevido a llevar a menores a su departamento,
sabiendo toda la responsabilidad penal y civil que ello implica? ¿Cómo es
posible que quien era responsable de la custodia de la niña (sea una persona o
una institución) no haya podido tener un poco más de control sobre la misma? ¿Quién
va a asumir la responsabilidad sobre ésta muerte? ¿O es que acaso seguimos
pensando que la culpable fue la víctima?, y digo víctima, pues aunque la causal
de la muerte haya sido natural, ésta puede que haya sido provocada (las
circunstancias) y al mismo tiempo evitada.
Otra de las
cosas que ha llamado mi atención, es que frente a ésta muerte y al estar
involucrados dos deportistas (la occisa y el seleccionado Yordy Reina), lejos
de buscar esclarecer los hechos, siento que la situación de les ha ido de las
manos (estoy hablando de la prensa) y se ha mancillado a más no poder la imagen
de la niña y la de su familia, llegando incluso a inmiscuirse en los más
íntimos detalles de la occisa, todo con el fin de alimentar el morbo de la
ciudadanía, y desviar las investigaciones. De que existe responsabilidad en la “niña”
de hecho que sí, pero de ahí a culpabilizarla del todo, eso ya es otra cosa.
Ahora, es muy
probable que usted se pregunte ¿qué relación guarda este hecho con el título de
la nota? Pues bien, éste 25 de noviembre, como todos los años, se celebra el “Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer”; en el marco
de ésta celebración, el colectivo “NiUnaMenos ha decidido volver a las calles y
levantar su voz de protesta, pues consideran que los hechos de violencia hacia
las mujeres, lejos de disminuir se mantienen y van en aumento (pese a los
esfuerzos que el Estado ha hecho para que esa realidad cambie), dejando en
evidencia los altos grados de vulnerabilidad que tiene la mujer en una sociedad
tan machista (aunque nos cueste aceptarlo) como la nuestra; en esta ocasión me
he atrevido a hablar sobre el trágico fin que ésta niña tuvo, y en dónde la
sociedad lejos de reflexionar sobre ello, sólo ha buscado alimentar su morbo,
la especulación y la culpabilidad de la víctima (que no es culpable); pedimos
cambios, pedimos sanciones más drásticas, que no está mal hacerlo pero ¿Qué
estamos haciendo para generar ese cambio? ¿Cuál será nuestra reacción frente a
un nuevo caso de violencia hacia la mujer? ¿Volveremos a sacar nuestros
celulares para grabar las escenas o darle “compartir” a las notas morbosas? O
¿las usaremos para denunciar y promover estrategias y medios de protección?
Si éste
sábado 25 de noviembre, usted va a la marcha, hágalo por convicción, porque
realmente quiere lo mejor para la sociedad, porque de verdad quiere el cambio;
hágalo por compromiso y no por sensacionalismos baratos, que de eso ya estamos
hartos.
Simplemente
KAJOVEPI