martes, 26 de noviembre de 2019



Hubo una época del fútbol moyobambino que yo conocí, una época en la que se programaban hasta seis partidos por cada fin de semana, una época en la que contábamos con hasta 15 equipos locales en primera división y otros 8 en segunda, una época en la que el antiguo estadio de Moyobamba, estaba lleno de hinchas, algunos de ellos embriagados de amor por su camiseta y otros por el quiñientín; sí, hubo época del fútbol moyobambino, que yo conocí, disfruté y amé.

La conocí muy de cerca, pues mi papá era dirigente deportivo; en su momento fue directivo del Club Deportivo Chicago y luego pasó a ser Presidente de la Liga Distrital de Fútbol de Moyobamba; conocí de cerca la organización de los campeonatos, los detalles a considerar para la programación de los partidos, los avatares por los que se tiene que pasar al momento de buscar un padrino del torneo, las condiciones que ponen los padrinos, las condiciones que ponían los equipos; no me quedé allí y conocí un poco más, llegué a empaparme del reglamento de la Federación Peruana de Futbol, llegué a ser parte de la organización de los campeonatos, e incluso llegué a ser delegado de un equipo local. La disfruté, de una forma bastante interesante, tenía pase libre a todos los partidos, podía escoger cualquier “butaca” del estadio, menos las del Palco de Honor; palco que se caía a pedazos, como el resto de las tribunas, pero que era el lugar preferido de los dirigentes, de los veedores y de los miembros de la Comisión de Justicia; disfrutaba de los partidos, intentaba entenderlos aunque a veces era complicado, sin embargo, lo que más disfrutaba eran esas barras “bravas”, toda la algarabía que llevaban consigo y que contagiaba a la afición. Pero, también la amé, y amaba los fines de semana, para salir con mi caja de chupetes o de chifles e ir a hacer negocios; después de todo, un par de solcitos no caían mal en el bolsillo inquieto de este chiquillo. Hubo una época del futbol Moyobambino que yo conocí, pero que se perdió.

Quisiera contarles una pequeña anécdota, sí otra vez mis anécdotas, de cuando fui delegado de un equipo local; resulta que en ese año, a las justas y habíamos llegado a diez equipos, inscritos para el torneo de primera división; y, una de las decisiones que como delegados habíamos tomado, era de que al final del torneo los dos últimos equipos, en la tabla de posiciones, irían a la baja; durante todo el torneo, mi equipo fue uno de los peores equipos, que ese torneo había tenido; la baja, era más que evidente, y, desde mi punto de vista, esa pérdida de categoría no sólo era evidente, sino que era necesaria, pues respondía a malas actitudes de directivos y jugadores. Resulta que, faltando dos fechas para que el torneo concluya, en reunión de delegados, tanto el Presidente de la Liga Distrital de Futbol de Moyobamba (que no era mi papá, pues ya había dejado el cargo) como el Vicepresidente, ambos también directivos (dueños) de los dos equipos que estaban destinados a bajar, propusieron a la asamblea modificar el reglamento, a fin de que ningún equipo vaya a la baja; mi postura frente a tal propuesta, era de rechazo total, no podía yo permitirme la licencia de dar a mi equipo y al contrincante una segunda oportunidad, no después de haber sido tan malos e irresponsables durante todo el torneo, vote en contra de la moción pero, la mayoría ganó, el reglamento se modificó y pues yo, esperé que el campeonato termine, me alejé del futbol y me convertí en un fiel crítico del mismo.


Hace diez años, cuando el Unión Comercio, tentaba su ingreso al “futbol profesional”, jamás habíamos pensado que ello era posible, pese a que en varias ocasiones estuvimos cerca, jamás nos habíamos imaginado que un día tendríamos aquí a equipos como el Alianza Lima, Sporting Cristal, Universitario…, jamás habíamos pensado que San Martín sería expuesto en la tribuna informativa, jamás habíamos pensado llegar tan lejos, aunque siento que alguno de ellos, de sus dirigentes y miembros, sí lo tenían planeado; entonces lo lograron, sí ellos lo lograron, y ese logro se hizo colectivo.

De pronto, el Unión Comercio se convirtió en ese equipo por quien nadie daba ni medio centavo, pero que cuando clasificaron todo quien se subió a su coche; ese equipo que provenía de un distrito, hasta ese entonces considerado “peligroso”, pero que luego se hizo conocido gracias a ellos; ese equipo que ponía en jaque a los periodistas deportivos capitalinos, cada vez que estos tenían que dar a conocer la provincia a la que pertenecía; ese equipo que, sin serlo e incluso sin merecerlo, se convirtió en el equipo de Moyobamba; ese equipo que llegó a ser parte del campeonato sudamericano, y que tuvo que jugársela en Pucallpa, porque nuestro estadio no reunía las condiciones; ese equipo que fue la justificación perfecta, para que candidatos nos prometan estadios de lujo y tribunas especiales (que sigue sin entregarse) pero que logró llevarlos a ocupar cargos como autoridad; ese equipo que logró engreírse de tal forma que se fue a jugar en otras ciudades, porque no les cobraban nada, sin importarles la hinchada que, poco a poco, los fue abandonando; ese equipo que en los últimos años le ha tentado a la baja, ha jugado con fuego y ahora acaba de bajar de categoría.


Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde; y hoy Comercio se fue a la baja, no podría decir que se fue con la cabeza en alto, pero sí podría decir que se fue en medio de muchas incertidumbres, de jugadas, no en cancha, sino en mesa pero que aún con todas esas, no fue posible mantenerse con la categoría. Esa pérdida ha traído consigo una serie de lamentaciones absurdas, desde mi punto de vista.

Digo absurdas porque, puede que el Unión Comercio ha perdido la categoría, pero, nosotros hemos recuperado una oportunidad, la oportunidad de volver a hacer del futbol un espacio atractivo para grandes y pequeños y no la burbuja “profesional” como lo hemos visto hasta hoy; tenemos la oportunidad de fortalecer los clubes locales y de crear nuevos; de brindar a los jóvenes y adolescentes la oportunidad de sacar a relucir sus talentos.

Hubo una época del futbol moyobambino que yo conocí, y que hoy, es oportuno volver.

Simplemente KAJOVEPI

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Lago de los Pumas…


Una vieja leyenda nos dice que;
existía un pueblo, cuyos habitantes eran, casi todos, muy prósperos; prósperos en todo el sentido de la palabra, en sus sembríos, en sus cosechas, en sus negocios… y, así como eran prósperos, también eran vanidosos, egocéntricos, malos… de pronto, cierto día, vino al pueblo, un anciano lleno de harapos, la cara sucia, al igual que todo su cuerpo; el anciano, comenzó a recorrer todo el pueblo, iba casa por casa, tocando la puerta, presentándose y pidiendo que tengan misericordia de él, que le regalasen algo de comer o un poco de agua, pero, nadie le hizo caso; ya cuando el anciano estuvo por retirarse del pueblo, llegó a la última casa que había en él, ésta era una casa cuyos habitantes eran bastante humildes, cuando la señora abrió la puerta y vio al anciano todo cansado y quejumbroso, inmediatamente le hizo entrar a casa, le preguntó que qué deseaba, y éste le respondió que un poco de comida; ella, con un poco de pena, decidió matar la única gallinita que tenía, preparar un poco de caldo y dárselo al anciano. Al momento en que la anciana terminó de cocinar, el anciano le dijo que él no comería nada, que bastaba con que le traigan unas cuantas flores del campo, y que ella y sus hijos deberían comer todo lo que ella había preparado; una de las hijas de la señora, fue por las flores y se las dio al anciano, quien, mientras la familia disfrutaba de ese caldo calientito, él no dejaba de oler el aroma de sus flores. Una vez que terminaron la cena, el anciano dijo a la mujer, que ella sería la única que sobreviviría, que una gran tormenta se aproximaba al pueblo, como castigo por no haberlo atendido; que se vaya, ella y sus hijos, a lo más alto de la montaña, que allí encontraría una casa abandonada para ellos, con un gallinero en la parte trasera; que lleve sus cosas y, que las plumas de su gallina, no las bote, sino que las lleve y las riegue en el gallinero. La señora hizo todo lo que el anciano le dijo; subió a la parte más alta de la montaña, encontró la casa, ingresó en ella, hizo dormir a sus hijos y regó las plumas en el gallinero, ella, ella no quiso dormir, porque quiso ver si aquello que el anciano le había dicho, era cierto; de pronto, como a media noche, vio como una nube blanca se acercaba sobre el pueblo y, efectivamente cayó una fuerte tormenta durante toda la noche; al día siguiente, lo único que la señora logró divisar, desde su nueva casa, era una extensa laguna, sobre lo que era el pueblo, y, cuando fue a su gallinero, vio que todas las plumas que tiró la noche anterior, se habían convertido en gallinas, pollos y gallos.

Esa es la leyenda, que amablemente nos contó, un botero, cuyo nombre lamento no haber anotado en mi bitácora; mientras nos paseaba por la extensa Laguna de Pomacochas. Sí, este fin de semana, tuve la magnífica oportunidad de tomar mis maletas e iniciar mi tradicional viaje de cumpleaños; no, no es un ritual ni una cábala, como afirman algunos por allí, es simple hecho de querer viajar, de desconectarme de todo, y de darme licencia para disfrutar de unos días libres.

Este año, el destino elegido fue Pomacochas (anteriormente llamada, “Laguna de los Pumas”; ello a razón de que, durante muchos años, los pumas que vivián en los alrededores venían a beber de sus aguas), es cierto que este destino lo elegí faltando algunas semanas antes de salir de vacaciones, pues mi primer punto era Trujillo; sin embargo, no me arrepiento, ni en lo más mínimo, de haberlo elegido. Llegar a Pomacochas, desde Moyobamba, es súper fácil y cómodo, apenas y nos separa cuatro horas en combi. Hubo dos razones, quizás tres o un poco más, por las que elegí este sitio; por su extensa laguna, porque tiene un hotel con un mirador precioso hacia la laguna, porque me daban la facilidad de pescar en la laguna y porque, aunque no había más propuestas turísticas (sitios cercanos a conocer), me daba la tranquilidad que necesitaba.

Mi estancia aquí, ha sido bastante reconfortante; partiendo porque me hospedé en un hotel muy simpático, Hotel el Mirador del Puma (de la familia Cubas), que como les dije en el párrafo anterior, algunas de sus habitaciones tienen una mirada privilegiada hacia la Laguna, yo elegí la de vista panorámica, entonces, cada vez que despertaba, lo primero que hacía era mirar hacia la laguna y disfrutar de su amanecer o de su atardecer, disfrutarla todo el tiempo. Fui a navegar sobre ella, también por un precio módico, desde que ingresé, Walter, uno de los guardianes del complejo turístico, en construcción, me dio la bienvenida y absolvió mi duda más importante, esa de que si podía pescar en ella, -claro, ven, no más, no hay problema, aquí te esperamos-; mi navegación sobre la laguna, fue en uno de esos botes (hecho con latón) descubierto, estuve acompañado por un grupo de padres que venían de excursión desde Chota; media hora sobre ella, que pareció más tiempo, fue suficiente para conversar con los otros navegantes, disfrutar de la paz que brinda el recorrido, escuchar esa leyenda de las que les conté al inicio y promocionar mi tierra, Moyobamba (los excursionistas, pasarían allí luego).

Como les dije, aquí vine para pescar en la laguna, ya anteriormente lo hice en la Laguna Azul del Sauce, de manera que experiencia tenía; pero, cada lugar tiene sus propias costumbres y aquí, aquí se pesca con papa, nada más no cometan la misma torpeza que cometí, la papa debe ser cocinada y no cruda. Gracias a la pesca, conocí a Saul, un muchachito que cursa el quinto de primaria y, que ve a la pesca como una diversión; también he conocido a Piero y a Ney, ambos estudiantes de secundaria; allí estábamos los cuatro, pescando lo que se podía en el puerto; conocí a otro grupo de chicos, a quienes tampoco pregunté su nombre, pero que me hicieron probar un poco de coca con anisado. Fueron dos jornadas pesqueras, en la segunda, conocí a don Segundo y sus amigos, él, don Segundo, tuvo la amabilidad de pescar algunos pejerreyes para mí; me compartió su coca y su traguito, ideal para combatir el frío de esa tarde; realmente fueron muy amables, los recordaré siempre, les hablaré de ellos a mis nietos y nietas.



Sobre mi visita a Pomacochas, hay mucho que contar, pero, ya les dije lo más importante, al menos para mí, y, esta columna no es mi diario. Si me atreví a contarles sobre este lugar es porque anhelo que lo visiten, pero que de verdad lo hagan; vengan y naveguen sobre ella, vengan y anímense a quedarse, al menos, una noche; vengan y disfruten de su clima, que es un poco frío si, pero que se disipa con el calor de la gente; vengan y aventúrense a pescar en ella, aunque sólo sea por deporte (es decir luego devuelves los pescaditos a la laguna); vengan y disfruten de sus quesos, tienen variedad y barato, también tienen yogurt y manjar blanco; viajen, viajen y conozcan su Perú, para que así lo puedan amar con más fuerza.

Culmino esta columna, que hoy se ha vuelto en turística, con una frase que encontré en el embarcadero de la Laguna Pomacochas <<…viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas…>>.

Simplemente KAJOVEPI

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Feliz Navidad…



Amigos y amigas, no, no pienso hablarles sobre la penúltima fiesta del año; tampoco es que esté buscando trabajo para vestirme de aquel hombre de barba blanca y que llena de regalos a los más pequeños de casa (aunque la barriga ya la tenga); es más, les aseguro que en este espacio no encontrará usted, ni recetas para la cena, ni cábalas para cuando el reloj de las 12; y mucho menos, les hablaré de la historia de esa fecha y cómo es que su concepción ha ido cambiando con el transcurrir de los años.

Hoy me centraré a hablarles, a contarles, una anécdota de mi último viaje a la capital. Resulta que hace algunos años, a inicio del 2018 para ser exactos, por esas cosas de la vida, mientras me paseaba por los pasillos de un súper mercado limeño, encontré un anaquel lleno de libros en promoción; yo, que recién estaba iniciando con esta onda de darle más interés a la lectura (ya llevaba leyendo varias obras narrativas, interesantes, románticas y de suspenso, pero cortas); decidí pedir a mi esposa me regale uno de esos libros que estaba en promoción -está bien- me dijo ella, entonces, tomé uno que se titulaba La Chica del Tren, escrito por Paula Hawkins, cuando leí su contra carátula, con las reseñas, me enamoré de ese libro de tal forma que sí o sí lo quería conmigo, y, como mi esposa ya me había asegurado que me regalaría el que yo escogiera, opté por éste.

Créanme que desde que empecé a leerlo, me enamoré de este libro; una historia llena de suspenso, de amores y desamores, de amantes, de risas, de investigaciones policiales misteriosas, con narrativas bastante interesantes; en definitiva, fue un gran regalo, no lo puedo negar. Cuando acabé de leerlo dijo -quiero más- y, vi, en que la parte trasera del libro había una sugerencia de otra historia, de la misma autora, se denominaba Escrito en el Agua; entonces dije si éste, que fue un libro que cogí sólo por las reseñas que decía la contra carátula, fue bueno, imagino que éste otro también lo es.

Desde ese momento empezó mi búsqueda por ese otro libro, cada que iba a Lima o que tenía la oportunidad de encargárselo a alguien para que lo busque, lo hacía, pero, no había resultado positivo en la misión; logré encontrarlo, sí, en la página de una librería limeña, pero, no se permitía la compra online; también lo encontré en un hotel en Tarapoto, de acceso a sus huéspedes, pero, no me lo quisieron vender. Ya mis esperanzas de tomar ese libro, se estaban apagando.

De pronto, recordé que tenía un viaje pendiente a la capital, destinaré un día a su búsqueda, me dije; y, para suerte mía, justo un día antes de mi viaje, esta librería (de la cuál soy su fan en Facebook) lo publica como un libro en promoción, promoción que acababa el mismo día que llegaba a la capital. Me puse en contacto con algunos amigos allí, para que vayan a verlo, me dijeron que sí podían ir a una de las sedes cercanas a ellos, fueron, pero, no lo encontraron. Hice mi viaje, llegué a Lima y en cuanto bajé del avión, en mi mente sólo tenía una misión, ir a una de las sedes de esa cadena de librerías y empezar a buscar ese libro y, no parar hasta encontrarlo, aunque ese signifique ir contra reloj; el taxi nos recogió y nos llevó hasta el lugar donde nos quedaríamos los días del curso, cené lo más rápido que pude, pedí permiso a los de guardianía y salí; seguía teniendo suerte pues, el aplicativo de mapas, me indicaba que tenía una librería cerca, a 20 minutos a pie para ser exactos, llegué a la librería y, aún estaba abierta, me acerqué a una de las trabajadoras, pregunté por el libro de mis sueños, lo vio en sus sistema y, me dio luz verde -sí, tenemos pero, sólo nos queda uno y, está refundido en medio de todos esos libros de promoción, si gusta, es allí donde debe buscarlo- fue hasta ese anaquel desordenado y lleno de libros que no me interesaban, ella por su parte se fue a verlo en su almacén, luego de un par de minutos de una desesperada búsqueda, no había, el libro no estaba en ese anaquel y, cuando la trabajadora salió, me informó que tampoco estaba allí, y que no podía dar luces de si ya se vendió o no, porque su sistema se actualizaba cada “dos horas”; no saben, el mundo casi se me viene encima, yo estaba allí, en medio de esa librería, casado por el viaje y soportando un frío ridículo de esa fría, valga la redundancia, ciudad; volví a anaquel ese, volví a buscar el libro, ordenaba y desordenaba todas las demás obras pero, no, definitivamente ese libro no estaba allí, los minutos pasaban y yo, yo no sabía que hacer.

-qué mala suerte la mía- dije; no es posible que un libro así desaparezca; la verdad es que sí era posible que se agote rápido, todo quien lo deseaba, esto según los comentarios del fan Page. Los minutos pasaban y ya el local estaba apunto de cerrar; de pronto, vi, a quien supuse, es el jefe de la tienda, me acerqué a él y le dije:
-sabe, hay un libro que me interesa y lo tienen en promoción aquí, según su sistema, ya lo busqué en el anaquel de promociones y no hay, y, su compañera fue a verlo en el almacén, pero tampoco lo encuentra; dígame ¿cómo puedo acceder a ese? -
Él, volvió a ver su sistema y me dijo -efectivamente, tenemos uno aquí, pero si ya lo buscó y no lo encuentra, entonces ya no hay; el detalle de los libros de promociones es que es el cliente el que viene y busca, nosotros no lo buscamos, no lo hacemos, porque sólo sacamos la mercadería-
- ¿otra sede dónde lo pueda encontrar? -
-la del Centro Cívico, pero, cierran a las 10-
mire el reloj y erar las 9.50; imposible llegar en menos de 10 minutos.
Me puse un poco terco, sí, terco como siempre, me atreví a decirle - ¿cree Ud. que es posible que al momento en que su compañera entró al almacén no lo haya encontrado, talvez porque no buscó bien o porque se le pasó en medio de taaantos libros?
-no lo creo- me respondió -pero, volveré a buscarlo, aunque no le aseguro nada- continuó diciendo
-yo aquí lo espero- volví a responder

Los minutos pasaron, fueron 5 minutos que me parecieron eternos, cuando de pronto, volteo a ver que se abre la puerta del almacén y, era este sujeto, con el libro, mi libro, en mano.
-aquí, aquí estoy- le dije desesperado, mientras me le acercaba
Tomó su lectora de códigos, acercó el código de barras y, vio que era el de la oferta; no hizo otra cosa más que dármelo y decirme - ¡FELIZ NAVIDAD! -

Tomé el libro, fui a caja, lo pagué, me aferré a él y salí de la librería, en dirección a mi centro de reposo, con la sonrisa de oreja a oreja. Ahora, mi tarea es leerlo, de hecho, que lo tomaré en cuanto termine de leer el que ahora tengo entre manos.

En estos días tuvimos una feria del libro en Moyobamba, hace algunos meses hubo una en Tarapoto y probablemente alguna otra ciudad esté desarrollando otra en estos días; leer, es bastante divertido, te lleva a lugares inimaginables y, te demuestra que nosotros, los seres humanos, tenemos una capacidad infinita para recrear todo aquello que leemos; nuestras mentes, han sido capaces de emocionarse con el primer beso, de indignarse con una injusticia, de visionar aquel encuentro sexual o de ser testigos de ese asesinato, de llorar en un sepelio o de volar por entre las montañas; hemos viajado por el mundo entero y por otras dimensiones, sin necesidad de visas o pasaportes; hemos asumido papeles y les hemos dado diversas voces a cada uno de los personajes de las historias. Es más, le aseguro que cuando escribo estas líneas, me lo imagino a usted sentado en su banquita, allí en el puesto del mercado; o en su casa, o en su oficina; me lo imagino leyendo estas líneas, imagino su voz y sus reacciones, imagino sus respuestas a mis interrogantes y, todas esas conversas que se crean en cuanto llegan al final de la columna.

¿sabe?, si me deja darle un consejo, me atrevería a sugerirle que se meta en este mundo, el mundo de los libros; leer no sólo le ayuda en su vocabulario, no sólo lo educa, sino que también le puede hacer vivir cada aventura y créame, es tiempo de ir por ellas.

Simplemente KAJOVEPI

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Carta al alcalde de Moyobamba



Luego de que el extinto ex presidente Alán García, dejara una carta impresa en la que contaba las razones por las cuales tomó la decisión que tomó; ha salido cada personaje de la política para, entre líneas de puño y letra o de tinta Epson, se dirijan a la ciudadanía, a su familia o sus seguidores, para comunicarle o contarles cualquier cosa.

Lo hizo hace poco Alberto Fujimori, lamentándose por el resquebrajamiento de su partido y la desunión de su familia; Keiko, quien se dio por aludida, respondió con promesas de que “es tiempo de volver a empezar” (suponemos que ya no se peleará con Kenji); también lo hizo otro desconocido, dirigiéndose a Pilar Nores, a quien le imploraba “haga un acto de valor y honra al país y, vea la forma de devolver todo lo que Alán se llevó y que renuncie a la pensión vitalicia, que ahora le corresponde”. Lo acaba de hacer Verónica Mendoza (la Vero) para explicar, de la manera más absurda, las razones por las cuales decidió formar alianza con un xenófobo y con quien está involucrado en los casos de Odebrecht; esto a consecuencia de que varios de sus militantes (Hindira Huilca, Marisa Glave, Tania Pariona y otros) le enviaron diversas cartas renunciando al partido.

En nuestro campo más local, también se animaron a estas prácticas de amoríos de antaño; entonces, un político provincial (dizque influyente) se atrevió a dirigirle unas cuantas líneas a Keiko para, entre otras cosas, culparla por la división del partido, y, hacerle ver entre líneas, esa desazón que sintió, cuando se enteró que no lo postularían en el último proceso municipal (en lo personal, siento que esa misiva es más un anticipo, una advertencia, una especie de “ya pe Keiko, ahora si hazme caso y mándame como candidato al Congreso”).

Dado que esa es la moda, y que al parecer da resultados pues hay respuestas, por parte de los destinatarios; hoy, desde esta noble columna, me atrevo a enviarle una misiva al alcalde de Moyobamba (mi alcalde, tu alcalde, nuestro alcalde); de quien espero que luego de leerla, no me responda con una notarial, sino que, por el contrario, lo tome en buena onda, en fin, aquí vamos.

Sr. Gastelo Huamán Chinchay
Alcalde Provincial de Moyobamba

Espero que la lectura de la presente, no interrumpa el arduo y abnegado trabajo que; la ciudadanía, ciegamente, le ha encomendado en la conducción de las riendas de la provincia, por estos 4 años.

Antes de proseguir, y a fin de matar sus ilusiones, le sugiero que no piense que esta misiva es de algún ayayero que aún le sigue haciendo campaña; tampoco es de los del área de Imagen Institucional, que lo único que hacen es colocar, a cualquier anuncio, ese ridículo hashtag de #AlcaldeGasteloHuamanChinchay, que es lo único que escriben bien; es más, tengo el privilegio de informarle que felizmente yo, no le di mi voto en los comicios electorales.

Sobre la presente, quiero dejar en claro que estas son líneas de indignación y de rechazo a su estilo de gobierno; de lamento por mi ciudad, por una provincia que ha creído en sus mentiras y que luego de bailar hasta el amanecer con Los Alegres de Bambamarca, se ha dirigido a las urnas para confiar en usted, pese a ser conscientes de que su Plan de Gobierno, es atractivo, sí, pero irreal. No, señor alcalde, esta no es una carta de felicitación ni algo similar.

Y dígame usted ¿cómo no le vamos a reclamar? Si entre las 10 provincias de la región, Moyobamba está en el último lugar en ejecución presupuestal, y claro, ello se nota, casi no hay obras que le podamos atribuir; sin embargo, somos los primeros en la ejecución de gastos de representación, el municipio se ha convertido en una verdadera agencia de viajes; y yo le pregunto ¿qué hemos ganado con tanto viaje? ¿cuáles son los resultados?, porque, créame, que si sus viajes son para que haga el ridículo, como lo hizo en la expo amazónica de Loreto, en donde no tenía ni idea de las declaraciones que estaba haciendo a la prensa, entonces es mejor que no salga, pero ni a la esquina de su casa.

Deme usted una razón para no reclamarle, si cuando fue regidor votó a favor de la adjudicación del famoso mega proyecto, a la empresa a la que ahora, en su calidad de alcalde, decidió rescindir el contrato, que para dizque elaborar un nuevo expediente. Tampoco se me pasa por alto, su desmedido apoyo a la ordenanza 334, que regula el comercio ambulatorio y el tránsito del servicio público en los alrededores de la plaza; para que ahora, ya nadie la respete, convirtiendo a la Plaza de Armas en un campo de batalla de ambulantes (con quienes no tengo nada en contra pero que considero deben formalizarse o ver otras formas para la comercialización de sus productos, quizás pequeñas ferias permanentes), y en sus alrededores en el estacionamiento favorito de sus amigos, los motocarristas.

Estamos tan mal, pero tan jodidos, que en lo que va del año, he visto un shunto de ferias que su gestión ha organizado, pero, ninguna de ellas ha tenido ni la acogida ni la organización debida; dígame, ¿a quién se le ocurre organizar la famosa “Selva Mía” luego de la frustrada “Sabor a Selva” (que es cierto, no es de su gestión, pero que también fue un fracaso) y encima, con la misma empresa? ¿por qué la necesidad de insistir en una “Feria Agropecuaria” cuando ya las fechas les habían ganado? ¿cómo es posible que asegure el éxito del “Festival de Mieles” cuando su lanzamiento fue una semana antes de?; es más, incluso el reciente “Festival de la Orquídea” no recibió la atención debida, armando los estantes 24 horas antes del evento y sin tomar las debidas precauciones que nuestra zona exige (en relación a nuestro clima); espero, que la “Feria del Libro” (que la tenemos a la vuelta de la esquina) no sea otro fiasco más.

Me atrevo a reclamarle a usted, sí, a usted que se ha paseado por las iglesias evangélicas, con su rótulo de creyente; que ha logrado que el pastor de la iglesia más antigua de esta ciudad, que es la iglesia en la que congrego, le dedique un culto dominical entero, y que desde el púlpito nos aseguraba, tácitamente, que usted sería la mejor opción, que lo conocía desde hace años, que estudiaron juntos, que bueno que teníamos a un candidato “evangélico”… eso ha logrado, ha logrado que esa iglesia, se convierta en su local de campaña, por un día. Y le reclamo a usted, a usted que se atrevió a burlarse de todo el pueblo cristiano, metiéndose en la celebración del aniversario de una asociación, para marchar en primera fila, con su tremendo banner. Lo curioso de la historia es que ahora ya no va puntualmente a los cultos; ahora, mi pastor ya ni se acuerda de usted cuando sube al púlpito; ahora, usted, ya ni participa de esos desfiles de aniversario; supongo que no lo hace porque las tareas municipales y de gestión lo agobian, no quiero creer que ello sólo era porque estaba en campaña.

Tan poca capacidad de gestión tiene, que, pese a que el municipio sigue siendo el accionista mayoritario de la EPS, ahora OTASS, no hace nada frente al desabastecimiento de agua en la ciudad. Me presento ante usted y le reclamo por la osadía que tuvo de burlarse de todo un pueblo, de jugar con las ilusiones de los niños a quienes los tuvo ahí parados bajo la lluvia, de pedir que sus trabajadores municipales pongan un alto a sus funciones y se vayan a hacer grupo en el Cruce de Uchuglla, el día en que “La Antorcho Olímpica de los Panamericanos” pasaría por nuestra ciudad, para que, según Ud. se ejerza presión y se logre que ingrese a Moyobamba, como si toda una actividad bien organizada (término que su gestión no conoce), haría a un lado todo su protocolo, por atender a su ridiculez; probablemente se pregunte, y eso ¿qué tiene que ver con el agua?, pues bien, mientras Usted profanaba nuestra Pandilla, patrimonio cultural, un grupo de ciudadanos andaban, con cartel en mano, exigiendo que se tenga un mayor grado de atención a las cabeceras de las cuencas de las fuentes de captación.

En definitiva hay mucho más que reclamar pero, ya el espacio nos ha quedado corto; entonces, yo digo no, si algo de amor le tiene a esta tierra, si de verdad apuesta por su desarrollo, si realmente quiere de Moyobamba una provincia que progresa y que avanza; entonces, tómese unos minutos para coger un papel y lapicero y, preséntenos su carta de renuncia, ya sabemos que el cargo le ha quedado demasiado grande; presente su carta de renuncia, así, sin miedo, sin rencores, que todo Moyobamba se lo va a agradecer.

Simplemente KAJOVEPI