En diciembre
del 2016, mientras realizaba el pago de unos servicios que había tomado en un
local frente a la Unidad de Gestión Educativa Local de San Martín – Tarapoto, aparecieron
un grupo de señores y señoras, de una denominación en particular, con unas
pancartas e hicieron su plantón ante la UGEL, ¿El motivo del reclamo? Resulta
que, se habían enterado que la nueva currícula educativa 2017, traía consigo la
“implementación” del enfoque de género;
los/las protestantes, aducían que si dicho enfoque se implementaba, simplemente
se satanizaba la educación, se malograba la mente de los/las educandos y Perú
iría en picada a la destrucción como nación.
Luego, como
bien sabemos ese tipo de protestas se hicieron más y más fuertes y, a inicios
de éste año, un juzgado dictaminó “retirar” ese enfoque del currículo.
Obviamente la celebración fue a todo dar, después de todo “los padres y las
madres” que sí estaban interesados/as por la educación de sus hijos e hijas,
habían ganado esta guerra que, tenía en contra de ellos a toda una entidad
estatal. Entre varios de los reclamos, se argumentaba también que sólo ellos y
ellas (padres y madres) son los únicos responsables de velar por la educación
de sus hijos e hijas. Hasta aquí la cosa va bien, y en efecto, los/las padres y
madres tienen no sólo el privilegio sino también el derecho y la
responsabilidad de velar y educar a sus hijos e hijas.
A inicios de
ésta semana, una noticia llamó severamente mi atención, “una alumna de una institución educativa de Moyobamba (San Juan de
Maynas) había sido denunciada, por otra de sus compañeras, por extorsión”.
¿Será posible? ¿Acaso he escuchado bien? ¿Acaso ha leído bien?, sí, aunque
parezca un tanto jalado de los pelos, se estaba reportando casos de extorsión
dentro de una institución educativa. Pero, no es el único caso que se han
reportado en aulas, están también los casos de drogas, acoso sexual,
violaciones, agresiones, bullying… Y entonces me pregunto ¿Dónde están aquellos
y aquellas que exigían a gritos, que el Ministerio de Educación, los deje
educar a sus hijos e hijas? ¿Cómo los/las estamos educando?
Muchas veces
nos fijamos en ¿Qué se está enseñando dentro de las aulas? Pero, pocas veces
nos fijamos en ¿Qué estamos aprendiendo en la casa? Y sobre todo ¿Qué estamos
aprendiendo en las calles? No sé si ustedes, pero al menos en mi caso, cada que
salgo a las calles siempre me he de “chocar” con situaciones que, son
expresiones explícitas de violencia pero, como se están haciendo dentro de
espacios burlescos, simplemente optamos por reír a carcajadas; un claro ejemplo
de ello, son los famosos “cómicos ambulantes” quienes, con tal de tener más
gente en sus circos callejeros y luego poder hacer su sencillo, buscan hacer
cualquier acto con tal de llamar la atención y, aunque nos parezca un tanto
estúpido, uno de esos actos son las escenificaciones de los actos de violencia
de género.
Vemos a
hombres que se visten de mujeres, que luego hacen una “coreografía” y, en medio
de ella viene otro tipo y saz le da su “golpe”; y el resto risa a montones.
Vemos a tipos, que llaman a “parejas voluntarias” para bailar delante de la
gente (lo cual no está mal) pero, les soltamos músicas sensuales y “exigimos”
en cierta medida que se “metan mano” porque de lo contrario no es baile. Vemos
a tipos, que valiéndose de lo macho que son y de los micrófonos que manejan,
empiezan a insultar a diestra y siniestra a los demás, mientras que el sencillo
cae en sus sombreros pues, nos hicieron pasar una “noche alegre”.
Pero no sólo
es la calle, también es la televisión, y de pronto vemos a esos famosos
programas de espectáculos, llenos de morbo en dónde se averiguan de todo,
absolutamente todo sobre esos personajes faranduleros. Vemos programas
noticiosos, que presentan la misma historia, “que si julano salió con sutano”,
“que si le beso”, “que si le dio pico”, “que si se tomaron de la mano”… y cosas
por el estilo. Y lo vemos en las revistas, y los vemos en los periódicos, en
las novelas, en las series y, en el resto de la sociedad y entonces todo, todo
nos parece normal.
Y cuando
salimos a la calle; y entonces un tipejo se toma el atrevimiento de
insultar/acosar a una chica, por el hecho de que va vestida con una falda
pequeña, nadie dice nada, sino que por el contrario aplauden y, como si no pasó
nada. Y de pronto, cuando un sujeto va y le prende fuego a una mujer, porque no
quiere nada con él (como pasó en estos días), la gente sólo se preocupa en
preguntarse ¿Qué le habrá hecho? ¿Eran pareja? ¿Por qué pelearon? Y cosas por
estilo. Y cuando vamos por las calles y nos enteramos que un sujeto, violó a
una chica; sólo nos atrevemos a preguntar ¿Cómo ha ido vestida?
Y en fin,
todas esas cosas que pasan, son vistas, comentadas y hechas delante de nuestros
hijos e hijas; cosas que van aprendiendo y, que se le va metiendo en la cabeza
y conforme van creciendo van copiando esos “modelos” que de pronto traen en
decadencia a la sociedad. Esos reclamos que se hacían, con voz en cuello por
suprimir el enfoque de género de la
currícula educativa, no hacen otra cosa más que afianzar esa decadencia de la
sociedad.
El enfoque de género, busca lograr una
igualdad de derechos entre hombres y mujeres, busca tener una sociedad más
justa, una sociedad más respetable y amigable; pero, con tanta normalización de
la violencia, ¿Cómo alcanzar esa igualdad?
Simplemente
KAJOVEPI
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