Hace algunas
semanas, cuando estaba participando de un proceso de formación, una de las
actividades que se desarrolló fue un encuentro de agentes pastorales católicos;
este encuentro buscaba hacer pequeños análisis sobre varios de los discursos
que el Papa Francisco dio, durante su visita a Perú. En el marco de este
encuentro, los organizadores, conocedores de mi trabajo, decidieron hacerme una
pequeña entrevista sobre lo que el Papa dijo acerca de los niños y niñas.
No voy a
negar que estaba bastante nervioso con esta pregunta pero, mientras respondía,
vino a mi memoria el pasaje bíblico de Marcos 10:13-16, ese pasaje en que se
habla del encuentro de Jesús con los niños; y que literalmente dice lo
siguiente:
<< 13 Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los
discípulos reprendían a quienes los llevaban. 14 Cuando
Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y
no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. 15 Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño de
ninguna manera entrará en él». 16 Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo
las manos sobre ellos. >>
Imagínense
ustedes; tenemos a un Jesús, quien era considerado una persona importante en su
época (por lo tanto no cualquiera se le podía “acercar”), entonces Jesús está
caminando por las calles de la ciudad, enseñando, sanando, haciendo milagros,
en fin está cumpliendo su ministerio. De pronto unos “don nadie”, en esa época
los niños no eran considerados dentro de la sociedad, sino hasta cuando sean
adultos; tienen el descaro de acercarse al maestro y, entre otras cosas
buscaban que Jesús, ese mismo Jesús que compartía con los adultos se dé un
tiempito y decida compartir sus enseñanzas con ellos; pero, tenían un gran
obstáculo, los adultos (en especial sus discípulos), quienes no querían que se
acerquen a Jesús. Sin embargo, Jesús, fiel a su estilo de ir “contra corriente”
y de devolver la dignidad a las poblaciones vulnerables de su época; hace un
alto en su camino y exige que estos niños se acerquen a él, y no contento con
ello lanza una reflexión y pide que “recibamos el Reino de Dios como niños”.
¡Qué tal mandato!,
tenemos que ser “niños” o “niñas” para poder ver el reino de los cielos;
obviamente no seremos como Nicodemo y diremos ¿acaso tengo que volver al vientre de mi madre y volver a nacer?,
pues es más que seguro que Jesús no hace alusión a ese procedimiento. ¿Qué
implica “ser como niños y niñas”? ¿Cómo son los niños y niñas de ahora? ¿Cuáles
son sus preocupaciones, temores, alegrías, derrotas, tristezas, logros…?
Creo que
cuando Jesús decidió hacer un alto en su caminar, para pedir que estos niños se
acercaran a él; no sólo buscaba reivindicar la dignidad de los mismos, sino que
al mismo tiempo estaba retando a los adultos; la pregunta para ellos era
bastante clara y directa ¿Qué lugar ocupan los niños y niñas en la sociedad?
¿Qué tan importante eran? ¿Qué tan comprometidos estaban esos adultos con la
integridad física, emocional, sexual, psicológica… de esos niños?, si
actualizáramos esas preguntas ¿Qué responderíamos? A diario, vemos con gran
dolor, como miles de niños y niñas son ninguneados, son unos “don nadie” que no
tienen quién los proteja; y entonces escuchamos noticias de violaciones
sexuales, de maltratos humillantes, de trabajos forzados, de casos de
explotación sexual, de abandonos de recién nacidos, de asesinatos y otro sin
número de hechos repudiables.
En estos
días, el segundo domingo de abril para ser exactos, se celebra el “Día del Niño
Peruano”, según precisa la Ley 27666, promulgada en el
2002. Esta norma, también señala que la Presidencia del Consejo de
Ministros debe presentar un informe anual ante el Congreso de la
República, sobre los lineamientos y metas del Plan Nacional de Acción por la
Infancia y la Adolescencia (PNAIA), garantizando la aplicación de la Convención
de los Derechos del Niño en nuestro país. Harían lo propio, los presidentes
regionales ante el Consejo Regional y los Alcaldes, ante el Consejo Municipal.*
Es más que
probable que, en el marco de la celebración, se desarrollen varias actividades;
obviamente todas ellas van a “colocar” como protagonistas a los/las niños/as,
quienes participaran de actividades diseñas por adultos, actividades que además
no les han sido consultadas. Es probable, que se “creen” o convoquen a
“encuentros o asambleas” de niños y niñas para “debatir y proponer acciones”,
las cuales dudo den un paso más, no porque no tengan la capacidad de generar
cambios sino porque estos espacios no buscan el protagonismo de los infantes,
sino más bien el figuretísmo de los adultos; y así, los adultos demostraran que
“sí los consideran” cuando en realidad, en la mayoría de casos los toman de
relleno.
Me vuelvo a preguntar entonces ¿Qué tan importante
son, en nuestra sociedad, los niños y las niñas?
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