lunes, 3 de diciembre de 2018

Disculpe, ¿Hay vacante?

Hola querida audiencia, disculpen las molestias de no escribir muy seguido, es cierto que a veces me salto la semana y, es cierto que cada vez que lo hago siempre encuentro la excusa “perfecta” para poder justificar mi falta; ahora, mi “excusa”, es que mi encierro en un encuentro de líderes estudiantiles, no me ha permitido hacerles mi entrega en la última semana de noviembre.

Durante la semana pasada, recibí la visita de la monitora externa, del proyecto que tengo a cargo; su itinerario consistía en poder visitar algunas instituciones educativas en las que intervenimos y una UGEL, desde mi punto de vista puedo estar confiado en que la visita en si, no sólo fue agradable sino que, al mismo tiempo, fue satisfactoria. Una de esas noches, mientras nos dirigíamos a un paraíso culinario en Tarapoto, pasábamos por los exteriores de una institución educativa pública inicial; había un sinnúmero de chiquitines dando rienda sueltas a su imaginación, correteando por todo lado, en un principio pensé que había una reunión de AMAPAFA (Asociación de Madres y Padres de Familia) o algo por el estilo, pero, luego vi a sus padres y madres sentados/as en “fila india”, escoltando la puerta principal; entonces comprendí que esa fila, era la “tradicional” cola de espera por una vacante en esa institución.

Recordé que hace tres años, mi esposa y yo nos encontrábamos en una situación similar; una de las docentes (madre de un viejo y estimado amigo), nos pasó el dato que en la institución educativa inicial, en donde ahora mi hija está ad portas de cumplir con su primera etapa de estudios, estaban a punto de publicar la lista de vacantes disponibles para dicha institución educativa y, que si queríamos postular a una, debíamos ir con suma urgencia pues la gente ya estaba haciendo cola y las vacantes eran limitadas; y así fue, mi esposa salió cual rayo de la casa y llegó justo a tiempo para alcanzar una vacante, éramos casi los últimos de la fila pero, ya estábamos dentro.

Ahora iniciaba otra “batalla”, la de “resistencia”, pues las inscripciones no estarían dispuestas sino hasta el siguiente día; entonces, quienes habíamos llegado a tiempo y estábamos “dentro” podíamos quedar fuera, si es que en algún momento determinado descuidábamos la cola o si simplemente decidíamos dejarla. Se hizo una “lista oficial” de quienes estaban desde un principio, a fin de evitar vivezas y, se nos tomaba lista cada cierto tiempo; en tanto que mi esposa hacía la cola durante el día, mi hermano y yo veíamos el tema de papeles y otros documentos necesarios a presentar al momento de la inscripción; la noche llegó y, con ella la renovación de guardia, iba a madrugar fuera de casa y, no era ni en un velorio ni en una fiesta y tampoco había café de media noche o caldito de gallina o un traguito calentador, no. Paso de todo durante la noche, anécdotas que quedarán en la memoria de quienes nos acompañamos esa noche; al día siguiente, se hizo el último check de la “lista oficial” a eso las 6.30 de la mañana y, a las 7.30 ya teníamos los tickets en mano para ingresar y hacer las inscripciones correspondientes.

A nosotros sólo nos tomó una noche la espera; sin embargo, en otras instituciones educativas la espera puede tomar dos, tres, cuatro días e incluso una semana entera; durante ese tiempo, quienes están “fuera” del número de vacantes disponibles, pueden tener la oportunidad de subir un nivel, siempre y cuando otro de los postulantes, desista y salga de la cola.

El objetivo es uno sólo, lograr una vacante de estudios, dentro del sistema público de educación; mientras la gente hace cola, tenemos a los directores suplicando a los padres que no lo hagan porque no es lo correcto; por otro lado, tenemos a la prensa que hace cobertura de las molestias y reclamos de los padres postulantes, pues sienten que es un “abuso” hacerles esperar tanto; así mismo, tenemos a las autoridades educativas (UGEL | DRE) haciendo las visitas correspondientes para responder a la pregunta ¿Qué está pasando?; y a la Defensoría del Pueblo que no deja de llamar la atención a los directores por no “acelerar” el proceso.

Todos(as) sin lugar a duda han identificado el principal problema, tenemos pocos espacios (vacantes) para ofrecer dentro del sistema educativo público; puede que en algunas zonas falte la infraestructura (más y mejores aulas) y en otras sobre ello (sólo funcionan en un solo turno); nos falta docentes, nos falta material educativo, nos falta escuelas, nos falta mejorar la calidad educativa que se brinda a la población. Para quienes no lograron una vacante, pueden intentar ir a otra institución educativa pública, y, hacer el mismo proceso; o pueden “solucionarse” la vida y no mandar a su hijo(a) al jardín, total el primer año (3 años) no es “tan importante”, ya cuando esté en 4 puede entrar pero, ¿Qué de los que van a entrar a grados superiores?; o pueden optar por ir, en contra de la voluntad de sus bolsillos, a una privada, en este caso, la solución, no es decirle al padre o madre: “ya no tenemos vacante pero, puede matricularlo en un privado y ya el próximo año regresa, es sólo un añito” NO, esa no es la solución, y ojo, aclaro que no tengo nada en contra del sistema privado, es sólo que no todos(as) tienen la posibilidad de acceder a ello; después de todo, según nuestra constitución (Art. 13 y 17), tenemos derecho a una educación gratuita y de calidad.

Es necesario que el Estado invierta más de lo que ya invierte, en educación; que no se vea como un gasto innecesario o torpe, tengamos en cuenta que, gracias a la educación, vamos formando nuevas sociedades, vamos cambiando el mundo en el que vivimos, entonces ¿Cómo hacerlo si no tenemos recursos? ¿Cómo hacerlo si ya no tenemos “vacantes”?

Simplemente KAJOVEPI

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