<<…vamos
pastores vamos, vamos a Belén, a ver en ese niño, la gloria del Edén…>>
Es parte de
la letra de uno de esos tan famosos y
trillados villancicos, que año a año cantamos justo en estas fechas. Fechas
en las que supuestamente todo es dicha y felicidad, todo es armonía, la gente
se anda “perdonando” sus ofensas, se hacen “buenas acciones”, se entrega
“regalos” por doquier; en fin se hacen un sinnúmero de actos, para así poder
estar probos y darse el “abrazo protocolar” de la medianoche del 24 de
diciembre.
Haremos pues,
un intento de itinerario de lo que suele pasar en estos días; iniciamos
con nuestras tardes de cine, ¿Quién de ustedes, no se ha cansado de ver las
famosas pelis navideñas? Es probable que las más recordadas y vistas, en estos
días, sean los clásicos: “Mi pobre
Angelito 1 y 2” (la 3 y 4 ya no son tan interesantes); carambas, cómo poder
imaginarnos que Kevin no sólo tenía la capacidad de armar todo un “plan de
ataque” sino que adicional a ello, contaba con todas las herramientas
necesarias para ejecutarlo; y es más, las pelis contaban con dos ladrones
sopencos, que siempre caían en las trampas; y, aunque al final de las tramas
pareciera que iban a ganar, pero, de no ser por el vecino misterioso o de la
indigente amante de las palomas, probablemente “Kevin” no hubiese tenido un
final feliz. Un dato, si deja su
casa sola y al retorno la encuentra inundada o con rastros pegajosos, es más
que seguro que “Marv y Harry”
estuvieron por allí.
Otra de las
actividades bastantes comunes para estas fechas, son las famosas “chocolatadas”, ¿Quién nunca se ha ido
a una chocolatada?; es más, hay quienes iban armando su agenda con horarios,
rutas y todo, para poder estar presentes en todas. Valgan verdades, esta
actividad en particular, es parte
fundamental de nuestra infancia; vas, disfrutas del show, haces tu colita
para recibir tu pedazo de panetón y tu taza de chocolate caliente (en tremendo
sol), reclamas tu regalo, lloras porque el regalo que te dieron no te gusta,
intentas hacer cola nuevamente para que repitas plato (chocolate, panetón y
juguete); tanto es así, que cuando llega el 24 de diciembre, ya no quieres
saber nada de chocolate, ni de panetón. Aquí obviamente, lo más beneficiados son los niños y las niñas y, los figuretis son
aquellos que disque se “desprenden” de lo suyo para darles esa alegría; lo
curioso de este año, es que ningún candidato político, sobre todo los que
perdieron, se han animado a realizar una “chocolatada” en favor de aquellos por
quienes juraban que estaban candidateando.
“vamos jugando al amigo secreto”, es
un famoso juego, ideal para esta fecha; la cosa no es tan complicada,
básicamente, se trata de que un grupo de personas (compañeros de clase, colegas
de trabajo, miembros de una iglesia, familiares…) deciden jugar y, pues se
escribe sus nombres en pequeñas balotas que son colocadas en una caja y allí
cada uno va retirando una balota al azar (la única regla es que si te toca tu
mismo nombre, devuelvas la balota y saques una nueva); en teoría, el juego debe
durar un par de semanas, tiempo suficiente para que tu “amigo(a) secreto(a)” te
envíe una notita, te deje un presente o una sorpresita, te de algunas pistas
como y para que vayas adivinando quién puede ser. Ahora, si sacaste la balota
con el nombre de tu “crush” bien puedes aprovechar la situación y mandarte de
una vez por todas, total no pierdes nada, se entenderá que era parte del juego;
pero, si quien te toco como “amigo(a) secreto(a)” está en modo Chihuan, lo
siento mucho pero, a veces no siempre tenemos buena suerte.
Recuerdo que
hace unos 13 años, por estos días, estaba trabajando
en una panadería local, el negocio era nuevo y pues tanto al dueño como al maestro
panadero, no se les ocurrió mejor idea que poner al servicio de la comunidad,
el servicio de “horneado” de carnes;
ambos habían visto que, en definitiva, ese sería el negocio redondo del mes. Mi
persona se encargó de hacer el anuncio a través de una emisora local y, pues en
lo que acababa mi turno, vi llegar una larga fila de fuentes, había pollos, pavos, piernas de chancho e incluso
cuyes; yo dejé mi turno y me fui a casa pero, luego me contaron que hubo un
momento en que se tuvo que decir “alto” a la recepción de fuentes pues la
capacidad del horno no daba para más. Yo no sé a quién se le ocurrió la famosa
idea de establecer como “tradición” el tener que esperar las 12 de la noche
(tanto del 24 como del 31 de diciembre) para recién poder cenar, vaya necesidad
de hambrear hasta esa hora; y, por muy humilde que sea la mesa, siempre vas a
tener algo que comer; a eso se le pega otra tradición instantánea, los famosos recalentados que, pueden durar
hasta un mes.
Bueno, he
intentado armar un pequeño resumen de lo que se hace en estas fechas,
creo que me estoy olvidando (adrede) de los fuegos artificiales (cuetones, cuetecillos, bombardas y otros)
sinceramente, “el olvido” ha sido intencional pues, considero que no es
necesario que nuestra calles se llenen con restos de pólvora y un humo
asfixiante para decir que estamos celebrando.
Finalmente, en teoría, lo que se celebra es (para los creyentes) el nacimiento del niño Dios; aunque en la
práctica, nuestros modos de celebración no lo demuestren; espero y deseo, que
este año podamos meditar no sólo en su nacimiento, sino en el nivel de
importancia del mismo ¿Por qué es que quiso venir a la tierra? ¿Para qué vino?;
recordemos que su nacimiento se dio en medio de una migración obligatoria, entonces ¿Cómo estamos tratando a los
migrante hoy en día? ¿Seremos capaces de decirles “feliz navidad”, al tiempo en que exigimos al Estado los expulse
del país? Creo que nuestras celebraciones, deben dejar de ser banales y, ser más humanas.
Simplemente
KAJOVEPI
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