<<...Doña
Guillermina, vamos a bailar | doña Guillermina, vamos a bailar | saca tu pareja
y vamos a bailar| baila la pandilla, bailo yo también…>>
Si mal no
recuerdo, esa es la letra de “la Pandilla”, al menos eso fue lo que mi abuelita
me enseñó de niño.
Durante todo
este tiempo, he escuchado un sinnúmero de cosas y versiones sobre la pandilla;
desde la satanización hasta la “glorificación” de la misma. Todos esos rumores,
en algún momento han reprimido mis ganas de bailar, ésta peculiar danza, sobre
todo porque soy miembro de una iglesia evangélica conservadora.
Sin embargo,
fue un 24 de junio del 2017, a las 6.30 de la mañana, en medio de las 1585
parejas que ingresamos al libro de los Records Guinness (sí señores, yo también
bailé); en que descubrí lo lindo de la pandilla, el verdadero significado del
baile; llegar a esa fecha no fue fácil, fueron noches y noches de ensayos, de
darle duro hasta memorizar los pasos; días de suspenso, de andar conversando
con desconocidos, mientras te ibas ubicando en tu lugar de danza; nunca antes
había visto tanta organización (y buena) junta.
Aquel 24 de
junio, descubrí que la pandilla, nuestro baile representativo de Moyobamba,
creado por don Baltazar Ruiz e inmortalizado por don Alonso Vilca y su vaca
loca; es uno de los bailes por los cuales debemos sentirnos orgullosos, más
ahora que es el “Baile Folclórico más
grande del Perú en el Mundo”.
Esa mañana, mientras
bailábamos, decirnos “fierro, fierro” entre las parejas, no era otra cosa más
que ir animándonos unos a otros a fin de no decaer y no dejar que los nervios
nos traicionen. El decir “al encuentro, al encuentro” era precisamente,
encontrarnos entre conciudadanos (algunos extranjeros y otros vecinos) para,
entre risa y risa decirnos: lo estamos
logrando.
Moyobamba,
amaneció feliz, su plaza de armas retumbo de la emoción, cantamos nuestro himno
moyobambino con alma, corazón y vida. Escuchar a la oficial de los World
Records Guinnes, decir que hemos llegado a las 1585 parejas, número suficiente
para ingresar a ese prestigioso libro; fue la mecha suficiente que encendió
toda la algarabía de la gente, una fiesta que duró (sin exagerar) dos a tres
horas, tiempo después del cual nos dirigimos a los Baños Termales, en el famoso
recorrido del “baño bendito”.
La pandilla,
es pues, un baile colectivo, alegre, sincero, armonioso; que mantiene su
coquetería pero, que ello no significa mañosería. Es un baile que contagia, es
un baile que representa a nuestra ciudad y que nos invita a disfrútalos
siempre. La pandilla es la manifestación de la universidad de la cultura
selvática.
Así que,
durante estas fiestas de San Juan; no se quede con las ganas, saque su pañuelo
blanco, póngase su vestido floreado o su camisa color pastel y su pantalón
oscuro y vaya a pandillear.
Simplemente
KAJOVEPI
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