Antes de que
continúe con su lectura, me gustaría poder aclarar ciertos puntos. Primero,
desde que el director de éste medio decidiera concederme ésta columna; mi
intención siempre ha sido la de publicar artículos de opinión sobre la
coyuntura actual, o cualquier otro hecho en particular, es más, recuerdo
haberlo indicado en mi primer artículo; dicho esto, quiero aclarar que no es mi
intención usar éste espacio para la difusión de sermones de tipo
evangelísticos, aunque cada cierto tiempo leerán mis críticas sobre la iglesia
(en términos generales), y la forma en que se pretende pregonar las buenas
nuevas.
Segundo, debo
aclarar que ni soy teólogo ni biblista y, tampoco soy un estudiante, a quien
dejaron la tarea de hacer una “exégesis bíblica”, de la pseudo universidad
JILIU, ni aspiro a serlo; en ese sentido, es preciso indicarle que las
siguientes líneas corresponden a una interpretación sencilla, de éste humilde
servidor.
Como
recordaran, hace un par de semanas escribí unas cuantas líneas dando la
bienvenida a su Santidad, el Papa Francisco; en dicho escrito he visto
necesario hacer énfasis sobre ¿En qué se gastarían? los “excesivos montos” que
el Estado ha destinado para dicha visita; al mismo tiempo, he intentado saludar
la fe de nuestros/as hermanos/as católicos/as; puesto que dicha visita también
era una visita pastoral.
Sin embargo,
ésta visita ha traído consigo una serie de comentarios, algunos acertados y
otros fuera de tono; no sólo por los gastos realizados, sino por quién venía y,
por las “consideraciones que se les dio”; para muchos, el hecho que el Papa
Francisco, sea considerado “pontífice” o “vicario”, fue por demás blasfemo y
“anti doctrinal”. La mayoría de esas “observaciones”, podría afirmar que en un
90%, provenían de quienes se dicen ser “evangélicos, cristianos, dueños de la
verdad absoluta”; nunca antes he visto a tantos/as “santos inmaculados”
criticar, cuestionar y menospreciar la fe, de quienes piensan distinto.
Se ha dicho
de todo y, como generalmente pasa, casi no se ha dicho nada; he visto en más de
una biografía del Facebook, a personas que han considerado al Papa como el
“anticristo”; como el hipócrita que no da la cara, cuando de casos sobre abuso
sexual se trata; como el idólatra, venerador de imágenes religiosas; como el
orgulloso que permite que el resto lo venere (aunque choteó a PPK, antes de
subir a su avión rumbo a Roma); como el tipo lleno de lujos, lujos que no
“quiere compartir con los más necesitados”; como el tipo que dice estar
“protegido por Dios” pero, que anda con una veintena de guardaespaldas por las
calles. He visto también biografías, de pequeños “Papas” que se han ofrecido a
orar incansablemente para librarnos de éste mal; he visto un alto nivel de
intolerancia y, de falta de respeto sobre la fe del otro. ¿Por qué será que
nosotros los/as cristianos/as, en situaciones como ésta, lejos de debatir
alturadamente y respetar a quien piensa distinto, optamos por menospreciar la
fe de los demás? ¿Por qué será que intentamos, a toda costa, que el otro
renuncie a sus principios y se pase a nuestras filas? ¿Por qué nos cuesta
respetar a los demás?
En medio de
todas esas conversaciones de idas y vueltas, me he atrevido a opinar lo
siguiente “Ama a tu prójimo como a ti mismo (respeta a tu prójimo, de la misma
manera en que quieres que él te respete) ¿tan difícil es entender eso?”;
claro, luego de esas mis intervenciones “anti doctrinales”, más de uno me ha
bloqueado de la lista de sus contactos, y otro poco me ha hecho a un lado.
Lo curioso de
ésta visita, a mi parecer, fue la Homilía del Papa Francisco en la base aérea de Las
Palmas – Lima; yo estoy seguro que el Papa ha escuchado todos esos comentarios,
más aún si venía de Chile, país en dónde no le dieron tantas atenciones como
aquí; el Papa resultó ser más tolerante, más amoroso, más compresivo y más
incisivo en la predicación del evangelio, que los mismos evangélicos. Cuando el
Papa Francisco empieza su homilía, hay dos lecturas previas: la historia de
Jonás y su mandato de ir a predicar en Nínive, y el preciso momento en el que
Jesús inicia Ministerio; y sobre éstas dos lecturas, nos llama a que nosotros
también debemos recorrer las calles, a que nosotros también debemos salir a
caminar en nuestras ciudades, predicando el evangelio; y dijo:
<<…Ambas lecturas nos revelan a Dios en
movimiento de cara a las ciudades de ayer y de hoy. El Señor se pone en camino:
va a Nínive, a Galilea, a Lima, a Trujillo, a Puerto Maldonado. Aquí viene el
Señor. Se pone en movimiento para entrar en nuestra historia personal y
concreta. Lo hemos celebrado hace poco: el Emmanuel, el Dios que quiere estar
siempre con nosotros. Sí, aquí en Lima, o donde estés viviendo, en la vida
cotidiana del trabajo rutinario, en la educación esperanzadora de los hijos,
entre tus anhelos y desvelos; en la intimidad del hogar y en el ruido
ensordecedor de nuestras calles...>>
El texto con el que he
iniciado éste artículo, dice casi lo mismo “…id y predicad…”; ve y comparte las
buenas nuevas, ve y acércales el Reino de Dios a aquellos que ya no tienen
esperanzas, ve y háblales del amor de Cristo; y “…si ellos creen, serán salvos
y si no, serán condenados…”. Fíjense que aquí, el texto no nos dice “vayan y
condenen a cuánto pecador se les cruce en el camino”, no, el texto aquí nos llama
a salir a las calles y predicar, esa es nuestra labor, el resto es la
consecuencia de nuestra prédica; y para predicar el evangelio de Cristo, no
necesariamente tengo que estar detrás de un púlpito, tener la biblia en mano y
vestirme todo formal, no, para predicar el evangelio, nuestras acciones deben
reflejar aquello que hablamos ¿lo hemos reflejado en esto días?. Quiero cerrar
éste espacio, con otro pedacito de ésta homilía, teniendo la firme esperanza de
que usted, al finalizar, también estará dispuesto a caminar.
<<…Y el Evangelio mismo nos muestra la
alegría y el efecto en cadena que esto produce: comenzó con Simón y Andrés,
después Santiago y Juan (cf. Mc 1,14-20) y, desde esos días, pasando por Santa
Rosa de Lima, Santo Toribio, San Martín de Porres, San Juan Macías, San
Francisco Solano, ha llegado hasta nosotros anunciado por esa nube de testigos
que han creído en Él. Ha llegado hasta Lima, hasta nosotros para comprometerse
nuevamente como un renovado antídoto contra la globalización de la indiferencia.
Porque ante este Amor, no se puede permanecer indiferente. Jesús invitó a sus
discípulos a vivir hoy lo que tiene sabor a eternidad: el amor a Dios y al
prójimo; y lo hace de la única manera que lo puede hacer, a la manera divina:
suscitando la ternura y el amor de misericordia, suscitando la compasión y
abriendo sus ojos para que aprendan a mirar la realidad a la manera divina…>>
Simplemente
KAJOVEPI
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