sábado, 4 de marzo de 2023

Es tiempo de cambios


¿Cómo están? Vamos a retomar este espacio, esperando que no sea demasiado tarde para ello.

A partir del 07 de diciembre del 2022, el Perú, como nación, empezó a escribir una “nueva historia”, aunque, si me lo preguntan, y si hacemos una comparación con los cursos del colegio, siento que, por el contrario, ha empezado a escribir un nuevo capítulo del mismo curso pues, esa “historia” de la que hablamos, ya se venía escribiendo desde hace mucho tiempo.

Partamos por el autogolpe de Castillo; yo me pregunto, ¿qué tenía en la cabeza este hombre, para pretender dar un golpe? ¿quién le aseguró que este iba a ser fructífero? ¿cómo se atreve a dar un golpe, sabiendo que no iba a ser vacado?, creo que ni él mismo estaba seguro de lo que hacía, y también sospecho (simples especulaciones personales) que, no imaginó que, en un dos por tres, se quedaría completamente sólo, fundido en su propia ridiculez de espectáculo y sin ningún porvenir.

Lo que me sorprende, no solo fue el golpe, sino, la rapidez con la que el actual congreso actuó para, destituirlo (como correspondía), quitarle la inmunidad, y empezar un juicio político. Sorprende también, la rapidez con la que actuó la policía para, aun estando con inmunidad (porque gozaba de ella al momento de su “arresto”), detuvieran el tráfico, lo arrestaran y lo llevaran a la carceleta; curiosidades de la vida, la prensa estaba por allí. Ni en los ampays de Magaly la cosa estaba tan armada. Pero, no nos centremos en ello. Castillo, claramente dio un golpe y, a partir de esa mala decisión, el capítulo de una nueva crisis política en el Perú empieza a escribirse.

Entonces, esta división entre “izquierda comunista”, “derecha fascista - neoliberal” y los “no quiero saber nada, no me interesa”, que empezó a tener sus primeras “movidas” post elecciones generales 2021, se han profundizado; y, el detalle no sólo está en que se han profundizado, sino que, además, nos ha terminado por dividir en 3 bloques y, cada bloque con sus propios sub grupos.

De por sí, la división de estos grupos, en un estado democrático, como en el que supuestamente vivimos, no debería ser un problema, pues, entre otras cosas, se trata de eso, libertad de expresión, pensamiento, de un espacio plural. El problema radica cuando uno de los grupos quiere imponer sus posturas, necesidades y prioridades, frente a las posturas, necesidades y prioridades de los demás.

Lo ideal es que quienes gobiernan el Estado deben tener la sensatez suficiente a fin de poder responder a todos los grupos de una forma equitativa más que igualitaria, y ello es algo que no estamos viendo.

El contar con un gobierno equitativo, va a requerir, de manera necesaria, cambios; ya sea en la estructura, en las políticas, en la forma de gobierno. Algunos de estos cambios pueden ser simples ajustes o, como lo que ahora se está pidiendo, un cambio total de la carta magna (constitución), esto debido a que se siente que la actual constitución ya de por sí está muy desgastada y sólo responde a intereses de determinados grupos.

Es cierto que los cambios siempre nos van a dar miedo, ansiedad, incertidumbre, nostalgia… cualquiera sea el contexto. Por ejemplo, usted se cambia de casa y entonces va a tomarse un tiempo para adaptarse a el nuevo barrio, los vecinos, los servicios a los que los que puede acceder; pasará lo mismo si se cambia de trabajo, de escuela, de profesión, de ciudad… y el proceso de adaptación puede ser positivo o negativo, según su predisposición al cambio y cómo es que manejas la situación.

Si traemos eso a nuestro actual contexto y en función de los últimos sucesos pues, considero que sí, es necesario un cambio; sin embargo, este no debe ser a razón de una sola postura, sino que, debe responder a todas (perdón por ser insistente en esto); entonces, no sólo debemos exigir el cambio, sino que debemos estar prestos a colaborar con ello, pero, además, a ceder cuando sea necesario; y, ello, es parte del ejercicio de nuestra ciudadanía.

Simplemente KAJOVEPI

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