¿Cómo están? Vamos a retomar este espacio, esperando que no sea demasiado tarde para ello.
A partir del 07 de diciembre del
2022, el Perú, como nación, empezó a escribir una “nueva historia”, aunque, si
me lo preguntan, y si hacemos una comparación con los cursos del colegio,
siento que, por el contrario, ha empezado a escribir un nuevo capítulo del
mismo curso pues, esa “historia” de la que hablamos, ya se venía escribiendo
desde hace mucho tiempo.
Partamos por el autogolpe de
Castillo; yo me pregunto, ¿qué tenía en la cabeza este hombre, para pretender
dar un golpe? ¿quién le aseguró que este iba a ser fructífero? ¿cómo se atreve
a dar un golpe, sabiendo que no iba a ser vacado?, creo que ni él mismo estaba
seguro de lo que hacía, y también sospecho (simples especulaciones personales)
que, no imaginó que, en un dos por tres, se quedaría completamente sólo,
fundido en su propia ridiculez de espectáculo y sin ningún porvenir.
Lo que me sorprende, no solo fue
el golpe, sino, la rapidez con la que el actual congreso actuó para,
destituirlo (como correspondía), quitarle la inmunidad, y empezar un juicio
político. Sorprende también, la rapidez con la que actuó la policía para, aun
estando con inmunidad (porque gozaba de ella al momento de su “arresto”),
detuvieran el tráfico, lo arrestaran y lo llevaran a la carceleta; curiosidades
de la vida, la prensa estaba por allí. Ni en los ampays de Magaly la cosa
estaba tan armada. Pero, no nos centremos en ello. Castillo, claramente dio un
golpe y, a partir de esa mala decisión, el capítulo de una nueva crisis
política en el Perú empieza a escribirse.
Entonces, esta división entre
“izquierda comunista”, “derecha fascista - neoliberal” y los “no quiero saber
nada, no me interesa”, que empezó a tener sus primeras “movidas” post
elecciones generales 2021, se han profundizado; y, el detalle no sólo está en
que se han profundizado, sino que, además, nos ha terminado por dividir en 3
bloques y, cada bloque con sus propios sub grupos.
De por sí, la división de estos
grupos, en un estado democrático, como en el que supuestamente vivimos, no
debería ser un problema, pues, entre otras cosas, se trata de eso, libertad de
expresión, pensamiento, de un espacio plural. El problema radica cuando uno de
los grupos quiere imponer sus posturas, necesidades y prioridades, frente a las
posturas, necesidades y prioridades de los demás.
Lo ideal es que quienes
gobiernan el Estado deben tener la sensatez suficiente a fin de poder
responder a todos los grupos de una forma equitativa más que igualitaria, y
ello es algo que no estamos viendo.
El contar con un gobierno
equitativo, va a requerir, de manera necesaria, cambios; ya sea en la
estructura, en las políticas, en la forma de gobierno. Algunos de estos cambios
pueden ser simples ajustes o, como lo que ahora se está pidiendo, un cambio total
de la carta magna (constitución), esto debido a que se siente que la actual
constitución ya de por sí está muy desgastada y sólo responde a intereses de
determinados grupos.
Es cierto que los cambios
siempre nos van a dar miedo, ansiedad, incertidumbre, nostalgia… cualquiera sea
el contexto. Por ejemplo, usted se cambia de casa y entonces va a tomarse un
tiempo para adaptarse a el nuevo barrio, los vecinos, los servicios a los que
los que puede acceder; pasará lo mismo si se cambia de trabajo, de escuela, de
profesión, de ciudad… y el proceso de adaptación puede ser positivo o negativo,
según su predisposición al cambio y cómo es que manejas la situación.
Si traemos eso a nuestro actual
contexto y en función de los últimos sucesos pues, considero que sí, es
necesario un cambio; sin embargo, este no debe ser a razón de una sola postura,
sino que, debe responder a todas (perdón por ser insistente en esto); entonces,
no sólo debemos exigir el cambio, sino que debemos estar prestos a colaborar
con ello, pero, además, a ceder cuando sea necesario; y, ello, es parte del
ejercicio de nuestra ciudadanía.
Simplemente KAJOVEPI
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