¡Cafecines! ¿cómo están? No saben el gusto que
me da de volver por estos lares después de un largo, pero muy largo silencio;
sí, de un momento a otro me perdí y no di explicaciones de ello.
Y es que a veces, es necesario que hagamos un
alto en nuestras actividades, en nuestro diario vivir; que de pronto nos
detengamos en nuestro caminar y evaluemos: ¿cómo vamos? ¿qué estamos haciendo?
¿cómo lo estamos haciendo? pero, además, preguntarnos si aquello que estamos
haciendo ¿está o no supliendo nuestras expectativas, nuestros deseos, nuestras
metas…?, es decir, esto que estamos haciendo ¿realmente lo queríamos hacer? o,
como dicen por ahí, “nos hemos convertido en aquello que odiábamos”.
En mi caso, por ejemplo, me había convertido en
un escritor empedernido, alguien que solamente escribía por escribir, que
porque tenía un teclado al frente mío había que llenar una hoja en Word y ya,
que se publique y punto; cuando mi intención, era y es, claro está, escribir,
sí, pero no hacerlo por las puras, sino, hacerlo con pasión, y la pasión
implica, al menos para mí: entrega, compromiso, respeto (hacia mi y hacia mis
lectores); implica, para este tipo de espacios, un momento de investigación
previa, de saber olfatear por dónde va la cosa; también es necesario tener una
cuota de creatividad, a fin de poder congeniar las palabras, conectores, la
gramática y otros detalles que, al final, contribuyen a un buen producto.
Y para serles sincero, yo no me había dado
cuenta de esto y quizás nunca me hubiese dado cuenta, si no fuera por esa
matadora entrevista que tuve con un editor, días antes de mi cumpleaños número
treinta y tres. Como ustedes bien saben, o bueno, les cuento, desde hace
algunos años (unos 10 tal vez) estoy detrás de la publicación de un pequeño
libro de poemas, un libro que comparta con ustedes parte de mi inspiración;
algo de eso les he contado acá e incluso es probable que hayas leído uno que
otro verso por allí.
Pues bien, llevé el esbozo de mi primer libro a
un editor muy reconocido aquí en Moyobamba, quien luego de un poco más de un
año de tenerlo entre sus manos, me llamó y me dijo -necesito hablar contigo-;
con toda la emoción del mundo, fui a esa tan ansiada entrevista y, ¿qué creen?,
sí, fue matadora; la verdad es que nunca había recibido ese nivel de críticas,
o bueno, con ese calibre. Para resumirles la conversa, aquel editor me dijo (parafraseando)
-mira, te quiero ayudar y esa es mi única intención aquí, así que, hay que
rehacer esto, es necesario construir imágenes, olvidarse de las frases hechas,
hacer a un lado la cursilería, construir imágenes… vamos, tú puedes-.
Esta entrevista fue suficiente como para
preguntarme ¿en serio lo estoy haciendo bien? aquello que escribo, ¿tiene el
impacto que quiero? ¿estoy llegando al corazón de la gente? ¿estoy siendo
cursi? ¿debo ser más osado? y cosas por el estilo. A partir de ese momento, y
luego de leer algo de los libros y autores que me recomendó, empecé en este proceso
de reestructuración de mi propuesta y espero, poder tenerla lista en estos días
(ya solo me falta reestructurar 4 de 25 poemas).
Obviamente este proceso de reestructuración, de
reflexión, de pensar y meditar en mis escritos, no sólo se abocaron a mis
versos, sino que también invadió este cafecito, mis blogs, mis historias y
hasta los informes de oficina. Y luego de todo este tiempo, en donde muchas
veces he dejado que el desgano me derrote, me dije a mi mismo -carambas, esto
es lo que te gusta, esto lo que quieres, las críticas, son eso, críticas y nada
más, no debes tumbarte, por el contrario, debes anotarlas, analizarlas,
estudiarlas, tomar viada y volver al ruedo- y nada, aquí estoy otra vez, por
una temporada más. Hasta la próxima semana.
Simplemente KAJOVEPI
Muy bien amigo, sigue adelante!!!
ResponderEliminarMuy bien amigo, sigue adelante!!!!
ResponderEliminarMuy bien amigo, sigue adelante!!!!
ResponderEliminarMuy bien amigo, sigue adelante!!!!
ResponderEliminar