Hace aproximadamente un mes, días más o días
menos, participaba de un webminar internacional organizado por la UNESCO, se abordaba
temas ligados a la educación y la vuelta a clases, entre ellos, “Violencia
de Género” en la comunidad educativa.
En los foros o grupos en los que había
participado, tenía a personas miembros de la comunidad LGTBIQ+ que trabajan con
estudiantes de Educación Básica Regular (primaria y secundaria) y que, de
alguna u otra forma palpan de cerca los diversos problemas, sobre todo ligados
a la discriminación, de las cuales son víctimas la población estudiantil
LGTBIQ+, porque sí, existen estudiantes que son parte de esa comunidad y
que están exigiendo que sus derechos les sean reconocidos.
La discusión sobre ¿qué derechos es que se
están vulnerando? es amplia y seguirá siendo amplia e interminable mientras no
tengamos predisposición a hablar abiertamente y sin prejuicios sobre ello. Pero,
además, debemos ser consiente, como ya lo dije líneas arriba, que existen, que
son reales, que piensan, que sueñan, que tienen problemas, que quieren aportar
para cambiar sus sociedades, es decir, están allí, peleando porque sean
visibilizadxs.
Durante el segundo día del evento, me topé con
una persona no binaria quien, en su nickname, colocó su nombre completo
y, entre paréntesis, el pronombre “Elle”. Ya de por sí el pronombre ha sido
incluido por la RAE en su observatorio de palabras
Debo reconocer que, al principio, utilizar el
pronombre “elle”, en medio de mis intervenciones, sí, me “sacaba de honda”, me
descuadraba, no lo concebía como algo necesario, pero, de manera inmediata me
autocorregí y empecé a hacer uso de “e” para indicar: niños, niñas, niñes, por
ejemplo; y no porque sea una cuestión “moda”, sino más bien, por una cuestión
de respeto frente a un grupo poblacional que por años ha venido pidiendo sean
visibilizados en la sociedad, con todo lo que ello implica.
Curiosamente, en esos días, une estudiante en
México, se hacía viral al exigir, entre lágrimas, a su compañero que “no le
llame compañera sino compañere” pues, a decir de dicha persona, es un no
binario. Sobre dicho incidente, surgieron varias versiones, por un lado,
personas que afirman que no había necesidad de hacer esa “aclaración” pues el
tema en discusión era otro y, por otro lado, personas que decían que sí era
necesario hacerla.
Pero ¿quién es una persona “no binaria”? Según
el Centro Nacional para la Igualdad Transgénero, las personas del género no
binario —también conocido como genderqueer, agénero o bigénero— son aquellas
que no se identifican ni con hombres o mujeres, sino que más bien
cumplen con características tanto del género masculino y femenino
Durante todo este tiempo se ha hablado mucho
sobre el lenguaje inclusivo afirmando que lo que se está haciendo es un
atropello del buen uso del lenguaje, que estamos fraguando nuevos términos solo
por complacer a un determinado grupo de personas berrinchudas que si queremos
ser inclusivos entonces debemos aprender braille o lenguaje de señas o similares;
pero, ¿por qué nos cuesta tanto usar estos nuevos términos? ¿Por qué cuando una
persona te pide le digas “elle”, lejos de respetar su decisión, optas por hacer
burlas y memes al respecto? ¿tan difícil es?
Aunque no se crea, el usar ciertos términos
visualiza un tema en particular, hoy por hoy, la población LGTBIQ+ están
pidiendo a la sociedad que ya es tiempo de que sean consideradxs como parte de
esta, que no son un adorno o un grupo estadístico más, sino que, al ser parte,
adquieren derechos y recuperan ciertos derechos, ello, sin olvidarse, claro
está, que también tienen responsabilidades.
Hablan de que debemos respetar las normas de
escritura para que el mensaje sea entendible, pero, nos olvidamos de que el
lenguaje, como tal, es evolutivo; tal como lo menciona la revista digital Escritura
Feminista, “La lengua es una adquisición cultural. Todo lo
cultural es añadido y, por lo tanto, modificable por la
voluntad de las personas. La lengua refleja la realidad y también la crea”
De manera que, en una próxima ocasión, antes de
rasgarte las vestiduras o de optar por una actitud burlesca, mejor opta por
respetar y por llamar a la persona como esta pide le llames sea “él”, “ella” o
“elle”.
Simplemente KAJOVEPI
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