<<…no
es más que un hasta luego
No es más que
un breve adiós
Adiós, adiós
hermano, que muy pronto
Nos
volveremos a ver…>>
Soy enemigo
acérrimo de las memorias póstumas, de los locuaces escritos en los periódicos o
las redes sociales, de los emotivos discursos en los funerales y cosas por el
estilo; y sí, soy un enemigo acérrimo de ello, pese a que en varias ocasiones
lo he hecho y de hecho que lo haré en los próximos funerales; y soy enemigo de
ello porque creo que ese tipo de mensajes halagadores o destructores debemos
decírselo (al destinatario final) cuando está vivo, que es cuando puede
reaccionar, y no cuando ya partió a la eternidad, en donde qué también que le
digas, del cajón no se va a levantar.
Y aunque soy
muy enemigo de este tipo de actos, hoy quiero jugar en mi contra y hacer una
pequeña memoria póstuma del “Hno. José Tejada Perea”; no diré que fue mi pata
del alma, ni mucho menos mi confidente; tampoco aprovecharé el momento para
decir que fuimos inseparables amigos o que de pronto lo conozco de toda la
vida; ni siquiera hablaré sobre su niñez, adolescencia o juventud, ni de su profesión
ni de nada parecido.
Hablaré, sí,
del humilde Hno. José, de ese hermano que nos recibía en su casa, allá en el Hogar
Santa Isabel, con los brazos abiertos; hablaré de ese hombre que siempre tenía
frutas frescas en su corredor, que tenía una cocina bastante generosa; hablaré
de ese personaje sencillo, de gran corazón, con una sonrisa única y con un
innegable vicio por 01 tacita de café expreso después del almuerzo. La foto que
vemos aquí, foto que me atreví a tomar de Freddy Guillén, demuestra esa alegría
y sencillez con la que siempre nos recibía en su casa o cuando nos encontraba
en la calle.
El Hno. José,
era pues un personaje único en Moyobamba, como los pocos que hay por esta zona;
su sueño, contar con un albergue infantil en esta ciudad; ese sólo sueño
demuestra el gran amor y desprendimiento que tenía, muestra ese amor
desbordante que ofrecía a quienes lo necesitaban, sin pedir nada a favor;
demuestra la practica viva del evangelio, de ese evangelio que Jesús nos
predicó y enseñó, pero que a veces, debido a nuestro egoísmo, nos es difícil de
replicar.
En
definitiva, estoy convencido de que el Hno. José, nos ha dejo una serie de
enseñanzas y, que su muerte, como en mi caso, nos ha caído como una balde de
agua fría. Dejas un gran vacío para quienes te conocimos, pero sabemos que en
dónde estés seguirás siendo esa gran persona que conocimos, gracias por tanto
amor, gracias por todo, siempre en nuestra memoria.
Simplemente
KAJOVEPI
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