<<…Cuando
algún extranjero se establezca en el país de ustedes, no lo traten mal. Al
contrario, trátenlo como si fuera uno de ustedes. Ámenlo como a ustedes mismos,
porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor y Dios de
Israel (Levítico 19:33-34)…>>
Como bien
sabemos, día a día, cientos de venezolanos y venezolanas cruzan nuestras
fronteras con la intención de buscar un mejor futuro. La verdad es que, si
analizamos bien nuestra situación económica, política, social y otros no podría
afirmar que aquí tendrían un “mejor futuro” que estando allá; sin embargo, creo
que si nos comparamos con la dura crisis existencial (política, económica,
social y otros) por la que Venezuela está atravesando, entonces sí podríamos
ser una buena alternativa.
No es que
ellos lo pidieron, tampoco puedo afirmar que se lo merecen; pero lo que sí
puedo decir es que muchas veces, cuando le damos demasiado poder a “una persona”
o “grupo de personas” en particular, muchas veces ese poder se enquista en egos
irracionales, al punto tal que luego de ello, cuando los queremos “retirar” de
ese poder, entonces hacen o cometen barbarie y media. Entre otros puntos, lo
que debemos aprender de esta crisis, de hecho que hay varios aprendizajes, pero
lo primero que debemos aprender es que debemos ser conscientes de que el
ejercicio de nuestra ciudadanía no sólo se ve reflejada en las urnas, sino que
también en el “monitoreo” constante; es decir, en ser vigilantes de cada acción
que nuestras autoridades realicen, en ser vigilantes del cumplimiento de sus
funciones, de sus promesas y de sus demás movimientos; después de todo, una
autoridad es un servidor público, y no alguien que busque servirse del tesoro
público.
En los
últimos meses, más aún en los últimos días, el rechazo hacia la población
migrante venezolana ha crecido abismalmente; la razón principal de ese rechazo
es que algunos de ellos han participado en actos delictivos en Lima, y se ha
demostrado que son miembros de bandas delictivas internacionales. Frente a
estos hechos, una de las acciones que han tomado nuestras autoridades peruanas,
y como corresponde, es que se ha ordenado la inmediata expulsión del país, no
sólo a quienes cometieron estos actos, sino a todos aquellos que los cometan.
Otra de las
razones, esta última no justificada ni mucho menos real, es que se ha sacado
una pseudo información, vaya a saber de dónde fue, indicando que dicha
población tiene más beneficios que nosotros (SIS gratuito, sueldo mínimo
garantizado, posibilidad de elegir y ser elegidos en los próximos comicios
electorales y cosas por el estilo) lo peor de este tipo de publicaciones es que
mucha gente, sin ni siquiera leer ni mucho menos cerciorarse si ello es cierto
o no, lo difunden y alimentan sus odios innecesarios contra quienes vienen a pedirnos
algo de ayuda.
Es cierto que
la presencia de venezolanos y venezolanas en nuestro territorio trae consigo
una alta competencia laboral, ojo, no digo que la competencia sea desleal o
algo similar, digo que es alta; pero, aquí un detalle, pasa que por lo general
se afirma que “los venezolanos nos están quitando chamba”, yo me preguntaría
¿quién está quitando chamba a quién? No es que los venezolanos se tiren abajo
el trabajo y cobren “miserias” por ello, sino que son los mismos empleadores
peruanos, quienes aprovechándose de la situación por la que ellos pasan, les
ofrecen míseros salarios, a sabiendas que sólo ellos van a aceptar y entonces
claro, empezamos a jugarle chueco al país, porque adicional a esos bajos
salarios los volvemos informales y por ende suprimimos sus beneficios
laborales; obviamente esa es una historia que bien se podría hablar en otra
ocasión. Ahora, que si un peruano quiere competir contra ello, la única opción
que le queda, es aceptar las mismas condiciones en las que un venezolano está
trabajando, y entonces, el único beneficiado de todo este nivel de
aprovechamiento, es el “empleador vivazo”.
Finalmente,
no podemos negar que así como existe gente buena, también existe gente mala, no
podemos negar que así como vino gente con ganas de mejorar su condición de vida
y se esfuerza a diario por hacerlo, hay quienes vinieron y “optaron por lo
fácil”. Sin embargo, ello no debe ser razón por la cual debamos “meter a todos
en un solo saco”. Les echamos la culpa de todo a ellos pero, ¿Qué tanta culpa
tenemos nosotros?
Simplemente
KAJOVEPI
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