Hace un par de semanas, como parte de un proceso formativo que estoy llevando, nos encomendaron realizar un webinar de temática libre; la tarea parecía no ser tan compleja, básicamente teníamos que diseñar un banner, identificar el tema, a los expositores o expositoras, un público objetivo, la plataforma y ya, con eso era más que suficiente. Sin embargo, la organización del mismo, nos ha tomado, sin mayores exageraciones, un poco más de un mes ¿tan difícil ya pues es? parece que no, pero sí.
Los webinars, que no son otra cosa más que una
serie de exposiciones virtuales (tipo foro), se han convertido, para algunos,
en el nuevo pasatiempo que ayuda a hacer frente al confinamiento. Y es que claro, si antes,
para asistir a una exposición o curso en particular, tenías que pensar en
fechas, pagos de inscripción, movilidad, hospedaje, alimentación (si era en
otra ciudad, claro) y demás cosas; ahora, basta con que tengas una computadora
de escritorio, laptop, tablet, celular, auriculares y una buena señal para que,
con un solo clic, puedas acceder a esa charla de conocimientos y experiencias.
La tecnología nos permite contactarnos con
gente de otro lado, sin la necesidad de realizar horas y horas de viaje (y todo
lo que ello significa); pareciera que, en cierta medida la pandemia y su
confinamiento, nos ha
simplificado la vida, pues, ahora sólo es
cuestión de homologar horarios con quienes expondrán y listo, lanzamos la
publicación y a esperar el mayor número de conectados, para así, reflejar el
éxito e impacto del mismo.
Ahora, si bien es cierto, participar en uno de
los tantos webinars a disposición es fácil; debemos tener en consideración todo
el tiempo y demás cosas que les tomó a quienes lo organizaron. En nuestro caso,
por ejemplo, nos tomó un mes; primero, para poder conocer al grupo de trabajo (es
decir, a quienes acompañarían en la organización del evento); luego, para
identificar el tema (uno que sea del dominio de todo el grupo); después no tomó
tiempo el identificar las herramientas tecnológicas a usar (formularios de
inscripción, plataformas de difusión, salas de chats, diseños de banners y
documentos en línea, entre otros); debíamos también, identificar el grupo
objetivo, a quienes teníamos que enviar la invitación, asegurar su registro en
los formularios de inscripción y, lo más importante, asegurar que se conecten,
participen y se mantengan en línea (de manera activa) de principio a fin; y el
mismo día del evento, teníamos que asegurarnos que todo está ok, la conexión,
las presentaciones, los expositores, protegernos de hackers y boicoteadores, y
todos esos detalles que, hacen posible, brindarte un buen servicio; sí que es
agotador.
Alguien por ahí me dijo, “se dice que
webinar viene de hueveo, es decir, no haces nada y te dan tu certificado y ya
eso te sirve para el cv o para lo que quieras”; después de todo lo
descrito, creo que ese concepto debería ser desterrado y deberíamos optar no
sólo por asistir al mayor número de eventos, sino por aprender de ellos,
valorar el tiempo que estoy invirtiendo (como asistente), así como el tiempo
que tomó organizarlo.
La tecnología nos está simplificando la vida, no la hagamos difícil y, tampoco la desperdiciemos.
Simplemente KAJOVEPI
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