Este fin de
semana, nos hemos enterado de una lamentable
noticia, una noticia que ha enlutado el futbol san martinence, que ha
conmocionado a propios y extraños y, que nos ha dejado una serie de dudas y de
pasajes reflexivos sobre el sentido de
la vida, así como sobre lo frágil que es la misma.
Un trágico
accidente automovilístico, el choque frontal entre un bus interprovincial y un
auto, ha dejado como saldo a 6 fallecidos
y un herido (de momento aún hospitalizado); de estos 6 fallecidos, 5 de ellos eran adolescentes, miembros
de la liga de menores del Club Deportivo
Unión Comercio; 05 promesas del futbol, que probablemente hoy sigan
marcando sus goles allá en la eternidad, allá en dónde Peredo les está relatando sus jugadas, allá en dónde los otros 12 del bus en Rodríguez de
Mendoza (accidente del 2018), los han esperado con ansias para una pichanguita de bienvenida.

Este
lamentable accidente, nos debe llamar a
la reflexión, pero a una reflexión real y no sólo momentánea; a diario,
escucho quejas de que los conductores, de las diversas empresas de autos y
combis, manejan como si anduvieran con “la bicicleta” encima; es cierto que más
de uno comete un sinnúmero de imprudencias: avanzan en curva, se pasan los
límites de velocidad, no respetan a los peatones, corren como locos (incluso
con las carreteras mojadas) y, hacen todo esto porque se confían en sus “años
de experiencia” o porque creen que “eso es la onda” o simplemente por ganar un
turno para una nueva ruta; ¿se puede
solucionar? Claro, si tenemos a pasajeros más críticos y exigentes con que
se respete las normas de tránsito (para ello es necesario saber algo de las
mismas –al menos las elementales- y, no estar apurados –porque a veces son los
pasajeros quienes exigen velocidad-); si tenemos a directivos y agencias más
drásticas con sus sanciones a los conductores que excedan la velocidad, se
podría quizás implementar un monitoreo con GPS para ello; estableciendo
horarios de salida, cosa que así no andan correteando para ganar turno. Pero,
también pensemos en los buses, tráileres, camiones y todos esos vehículos
“grandes”, quienes muchas veces, por el hecho de ser “grandes” sus conductores
manejan como sea, total “se les debe respetar”; espero y de verdad tomemos
conciencia en ello.
Ahora pues,
haremos un pequeño relato de lo que
pudo haber sido, una de las tantas jugadas de estos muchachos…

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