Se dice que:
“cuando hay un intercambio de saberes y de experiencias, también hay un
intercambio de ignorancias”. Y es
que a veces pensamos que lo sabemos todo, cuando en realidad no sabemos mucho o
quizás nada; las verdades, no son absolutas.
Durante estas
dos últimas semanas, he estado participando de un proceso de formación
intensivo, propiciada por el Instituto Bartolomé de las Casas, a través de la “Escuela de Líderes: Hugo Echegaray”. Durante
éste proceso, he podido conocer a un sinnúmero de personas; conocer sus
culturas, sus problemas, sus alegrías, sus sueños. He tenido la dicha de
conocer a gente que proviene de las regiones de Puno, Cuzco, La Libertad,
Lambayeque, Loreto, Huancavelica, Moquegua, Lima, Ayacucho, Cajamarca, Apurímac,
Junín. He disfrutado del quechua y sus variaciones, así como del achuar; en
pocas he palabras he vivido una ligera experiencia intercultural. Es curioso
pero, he hablado tanto sobre el Papa y su visita a Perú que, parte de esos
cursos formativos era tener discusiones y análisis críticos sobre sus mensajes
difundidos aquí; ello también me ha parecido interesante, ver ¿Cómo se discute
biblia? desde el campo católico.
En
definitiva, considero que espacios como este, no sólo nos traen alegrías y
riqueza cultural; sino que con él, vienen también líderes y lideresas cargados
de sueños de desarrollo comunal y fastidiado por la frustración que les genera
la burocracia, el autoritarismo, el desinterés de este gobierno torpe y de la
indiferencia de la gente.
Uno de los
temas abordados durante este tiempo, era analizar los mensajes papales
relacionados a la preservación y cuidado del medio ambiente, nuestra “madre”
tierra. El Papa ha resaltado la figura de la comunidad indígena; esa comunidad
que está dispuesta a cuidar “la amazonia”; esa comunidad que fue ninguneada por
un tipejo, de apellido García; esa comunidad que se ve amenazada por industrias
extractivas, y lo que es peor, por el mismo Gobierno; cuyos territorios no
existen pues, aunque tengan años y años viendo allí, no tienen títulos de
propiedad y ello, los invisibiliza, los vuelve más vulnerable. En éste mensaje,
no sólo ha resaltado la importancia de querer y respetar nuestra “tierra”, sino
que los ha combinado con el respeto por nuestras “culturas” y, la valoración de
la “vida”. Esa vida que de pronto, nosotros mismos la hemos ninguneado; se
habló de la problemática de la Trata de Mujeres, las esterilizaciones forzadas
y los feminicidios. Ha saltado en nosotros y nosotras, una frase que el Papa
dijo en Huanchaco <<…Que linda
pregunta la que nos hará el Señor ¿Cuántas lágrimas has secado
hoy?...>> un verdadero desafío, para ser sinceros.
Sin embargo,
fiel a mi estilo, he criticado la actitud de la Iglesia (hablo de la católica);
lo he hecho allí, delante de ellos y ellas; en medio de sacerdotes, monjas,
laicos y laicas; lo he hecho de manera temeraria, pensando en que por
criticarlos (a la Iglesia) me apedrearían, ¿Será que siempre recibí una
respuesta así de intolerante?; pero, esta vez fue distinta y, he recibido:
amor, comprensión, respeto; he sido aceptado y valorado por como soy y, mis
críticas han sido comentadas, debatidas abiertamente y sin ningún sesgo
“religioso”.
He intercambiado
“teología”, si acaso queremos llamarlo así; ellos han resaltado las palabras
del Papa y yo, he utilizado mi biblia para “encajar” esos mensajes papales, en
pasajes bíblicos; comprendí que, cada uno de nosotros y nosotras, hemos sido
llamados/as para cumplir con un propósito en esta tierra; comprendí que ese es
un llamado divino y, que si bien es cierto ellos son católicos y yo un
protestante; sin embargo, ambos somos conscientes que, no es la “iglesia”
(entiéndase aquí como una infraestructura o institución) la que nos salva, sino
que es nuestra fe puesta en Dios, dejando que él gobierne nuestras vidas y
aceptando que sólo Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres. Dicho
de otra forma, está demostrado que “ni Calvino, ni Lutero, ni Francisco; son
capaces de concedernos la salvación y vida eterna”.
Volviendo un
poco al tema de la tierra, quiero compartir con ustedes, una pequeña “petición
de perdón”, petición elaborado por mi grupo de trabajo y que, de alguna u otra
forma nos llama la atención y nos motiva a renovar nuestro compromiso con su
cuidado y preservación.
“Señor, desde el clamor de nuestra hermana
tierra: herida, marginada y olvidada; te pedimos perdón por el daño que provoca
nuestra avaricia, que sobre-explota tus recursos y afecta la vida.
Queremos que pongas en nuestros corazones, no
sólo el deseo, sino que nos des las fuerzas necesarias para cuidarla y
reconocer que, el lugar que pisamos, tierra santa es.”
Simplemente
KAJOVEPI
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