miércoles, 25 de marzo de 2009

Sin Pecado Concebido


-¡Que vida!... ¡Qué gran vida!, ¡ah! mujer cualquiera; tu dicha yo quisiera…-

Era la frase que a diario pronunciaba David; al ver en la esquina de su preferido bar a Camila, su amor casi imposible. David era un tipo alto, delgado, de test blanca y cabello ondulado, tenía una cara de niño bueno. Mientras que por otro lado, Camila era una mujer aparentemente ruda, fuerte y muy sofisticada; aunque por dentro era todo lo contrario; pues además de ser agraciada, era una morena con un cuerpo angelical, que evidentemente se mostraba maltratado por el transcurrir del tiempo y por el tipo de vida que llevaba. Era historia de todos los días, verlos a ambos encontrarse en la misma esquina y hora de siempre, él acompañado de unas cuantas copas de vino por tomar y ella viendo con cual de todos los postulantes se iba a acostar.

Al principio, la vida o historia de Camila, no tanto interesaba a David, de hecho, no le interesaba a nadie, todos sabían su roll nocturno a cumplir, sin fijarse el uno del otro. Unas de esas rutinarias tardes, David llego un poco temprano, pero esta vez Camila no fue a trabajar, pasaron las horas y David se empezó a preocupar, al mismo tiempo que se preguntaba: -pero, ¿Qué tienes?, ¿Qué está pasando contigo?, ¿Por qué de pronto te interesa tanto la vida de esa p…?; en fin llego la hora de regresar a casa, y se fue un poco confundido por ese interés por Camila, pero al mismo tiempo regresó convencido de que quizás mañana la volverá a ver.

Hoy es martes, y ella tampoco apareció; la noche para David se estaba tornando fría; y llegar a las doce, hora en la cual regresaba a casa, le parecía una eternidad, eternidad rara quizás. David nunca pensó que algo así le iba a suceder, sin darse cuenta se estaba enamorando, sí, se estaba enamorando, pero esta vez, de una cualquiera.
Mientras que en la otra cara de la moneda, Camila decidió cambiar de esquina, todo porque de alguna u otra manera y sin explicación alguna, Camila empezó a sentir lo mismo por David. Ambos sabían que esto era un amor imposible, que si decidían hacer algo juntos, la sociedad entera lo expulsaría; porque -¿Cómo es posible de que una prostituta, se convierta no solo en la amante, sino también en la novia de un hombre de la alta sociedad?, ¿Cómo es posible, que permitamos esta infamia?, ¡tan bajo hemos caído!-

Ya había transcurrido una semana, y ambos se habían distanciado, ella en su nueva parada y él cada día más desesperado por volverla a ver. La desesperación fue tal, que decidió acercarse a una de sus colegas y preguntar: -¿Sabes cuando volverá Camila?-

-Ya no volverá más por aquí Señor- fue la única respuesta que David recibió.

No contento con ello, decidió romper los esquemas y las barreras; con la frente en alto y sin temor a las críticas de los demás, tomó su bolígrafo y con mano firme escribió en una de las servilletas lo siguiente:
-Camila, deseo hacerte mía, no solo por una noche, sino por toda la vida; te espero en la hora y la misma esquina de siempre… Tu Admirador Secreto-

El tiempo seguía su curso normal y al parecer Camila, no recibió el recado o si lo hizo, no deseaba saber nada de él. Hoy viernes 14 de febrero, aquella nota cumplía un mes de haber sido remitida, el reloj marcaba las 11:30 de la noche y David, cabizbajo decidió volver a casa y nunca más regresar a aquel bar; cuando de pronto, al salir de su preferido bar, logró ver que Camila, su amor prohibido, venía corriendo hacia él, y mientras más se acercaba David, empezó a saltar de alegría y a gritar a los cuatro vientos: -Camila, Camila, gracias amor por devolverme la vida-

Aquellos cuerpos poco a poco se iban acercando más y más; cuando de pronto a tan solo tres metros de llegar a él, un auto negro se apareció de la nada y a una gran velocidad arroyó a Camila, el chofer al ver la magnitud de su imprudencia dejó el cuerpo tirado en la autopista y fugó sin rumbo alguno. Mientras que David, desesperado, angustiado y con el alma hecho pedazos, corrió hacia su amada, la tomó entre sus brazos y la besó. Ella al sentir el beso de su amado, despertó, sonrió y lo miró; y convaleciente aún se acercó a David y con una voz temblorosa preguntó: -¿Alguna vez te dije que TE AMO?...- y después de ella Camila murió…

KAJOVEPI

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