La semana pasada, compartía con
ustedes, ese malestar, esa desazón, esa incomodidad e impotencia que me había
dejado el hecho de que la Dirección Regional de Educación – San Martín (DRE),
haya interferido en una actividad que promovían un grupo de estudiantes de la
Institución Educativa Serafín Filomeno, y que era en beneficio de la
colectividad en general; una de las cosas que resaltaba al final de mi escrito,
era que la DRE aducía que “no se puede
poner en riesgo la integridad física de los/las estudiantes” y por lo
tanto, dicha actividad no era la más adecuada, logrando así su cancelación;
también indicaba que, muchas veces la DRE ha violado su propio criterio y, ha
puesto en situación vulnerable a los/las estudiantes.
Un claro ejemplo de lo que acabo
de indicar, aunque ya indiqué varios en el escrito anterior; es la reciente
actividad truncada e improvisada de la Municipalidad Provincial de Moyobamba,
con esto del paso de la Antorcha Olímpica de los Juegos Panamericanos y
Parapanamericanos – Lima 2019. Resulta que el municipio, creyó que Antorcha,
rompería un protocolo que se armó hace meses, para que ingrese a nuestra
ciudad, entonces, en aras de poder “recibir” a la delegación, y dado que se
trataba de un acto público, no se tuvo mejor idea que, ilusionar a un grupo de
estudiantes, del nivel inicial, de la Institución Educativa Juan Climaco Vela
Reyes y de la Institución Educativa Serafín Filomeno, quienes estaban en la plaza
desde muy temprano y quienes, pese a la lluvia, no se movieron para nada.
Los/las estudiantes han estado expuestos a un clima nada bueno para su salud,
han perdido horas de clases, se les ha ilusionado con esto de la antorcha y, la
DRE no ha dicho absolutamente nada, ni durante ni después de ese mamarracho.
Y es que a veces, eso es lo que
pasa, vemos a los y las estudiante, como un grupo que siempre va a estar
disponible para que sean el “relleno” de nuestras actividades; y, si hay que
hacer un pasacalle, o si hay que hacer una recepción, o si hay que hacer
“mancha” o cosa que se le parezca, ahí están ellos y ellas; ahí están, en sus
aulas, aulas que pueden abandonar en cualquier momento (ojo, sólo para estos
eventos, porque para el resto “Semáforo Escuela” pone barreras); y, no se
preocupen, que ellos y ellas no les dirán nada, no les cuestionaran, no se
opondrán, o al menos eso es lo que creemos; porque los chicos y las chicas de
ahora, ya no se callan nada, están dispuestos/as a alzar su voz, a cuestionar,
a revelarse, si es posible, frente a situaciones adversas; lo malo, es que
muchas veces, no se les está escuchando y entonces, sus opiniones, las tiramos
al tacho o, las evadimos.
Por lo general, hemos estado
acostumbrado a ello ¿no? A que no digan nada, a que no se cuestione a que
simplemente, hagan las cosas tal cual nosotros, los adultos, les indiquemos; pero,
las cosas van cambiando y, debemos adaptarnos, debemos empezar a entender que
ellos y ellas, también tiene todo el derecho de no sólo opinar, sino que sus
opiniones sean escuchas y tomadas en cuenta.
Bueno, ustedes saben que yo
tengo una hija, y la verdad es que a veces, ella (mi hija) me hace unos
desplantes, justamente porque yo, como padre, pensando que lo que le voy a dar
o lo que vamos a hacer, es algo que le va a gustar (vale decir que no le
consulté antes), sin embargo, no le gusta y, es en ese momento, en que me hace
el desplante; y tiene la capacidad de dejarme plantado con su juguete (si acaso
le compré uno nuevo), o con los ingredientes (si pensamos meternos a la
cocina), o con los materiales (si acaso pensamos hacer algún trabajo manual), o
con las herramientas del huerto (si acaso pensaba que me ayude a sembrar algo).
Si hay algo que resalto de mi
hija, es que es una parlanchina, no deja de hablar, ella es capaz de hablarte
todo el día, y te habla de todo; pero, lo que más me agrada, es que de la misma
forma en la que habla, reclama y no se calla nada; siempre expresa lo que
piensa o siente, y hasta hemos tenido discusiones cuando a veces tomo
decisiones que no son de su agrado y me lo dice, muy a su estilo me dice que
no, que aquello que le acabo de decir no le gusta o no le agrada, que no está
de acuerdo que soy injusto y cosas así; evito, en la media de lo posible,
mandarla a callar, y menos decirle -tú no sabes nada-, ¡ja! Se equivocan, ella
sabe y sabe mucho, pese a su edad.
Me enternece cuando esas sus
ganas de reclamar salen de las cuatro paredes de mi casa y, entonces le reclama
al doctor por citarle a una hora y atenderle en otro horario, o cuando alguien
le ofrece algo y no le cumple, o cuando los vendedores ambulantes le insisten
sus productos y ella ya dijo que no, -no Sra. Ya le dije que no quiero- suele
decir; eso es, en definitiva y según mi perspectiva, es una actitud que debe
fortalecerse, no quedarse callada y yo, yo protestaré con ella, cuando es justo
y necesario.
Simplemente
KAJOVEPI
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