miércoles, 3 de julio de 2019

Sí, soy gay



Se imagina usted que de pronto, un día cualquiera, venga uno de sus hijos y con lágrimas en los ojos (porque le asusta tu reacción), un poco de vergüenza (aunque no debería tenerla) y quizás hasta un poco bebido (porque tuvo que tomar fuerzas para su confesión); se siente al frente suyo y le afirme que es gay; ¿cómo es que reaccionaría? ¿lo sospechaba? ¿lo esperaba? ¿lo seguiría amando?

En una de las tantas salidas de campo que tuve, durante el 2018, y en medio de una conversación con un grupo de padres de familia; se me ocurrió hacerles esa pregunta ¿qué pasaría si de pronto tu hijo te dice que es gay?, créanme que he tenido una serie de respuestas, de diversos tipos pero, no puedo olvidar la respuesta que aquella madre me dio, y que incluso me removió mis entrañas;

<<…bueno señor Karol, ¿qué le podría decir? Yo creo que todos tenemos derechos, que todos somos iguales y si mi hijo dice que decidió ser gay ¿quién soy yo para juzgarlo?, después de todo es mi hijo y seguiría apoyándolo en todo; sé que esa confesión le traería consigo una serie de problemas, sé que mucha gente empezaría a alejarse de él, a dejarle de hablar o a mirarle mal; y frente a todo ello, yo siempre voy a estar allí para apoyarlo, para ser su soporte y para hacer frente a esos problemas; sería incapaz de darle la espalda…>>

No estoy seguro si usted daría una respuesta similar a la de la señora, frente a la misma confesión; no estoy seguro si a usted le cuadra la idea de saber que entre sus hijos, hay uno que dice ser homosexual; no estoy seguro si usted estaría dispuesto a cargar esa cruz, a soportar la serie de comentarios burlescos por la decisión de su hijo; no estoy seguro si usted dejaría de preguntarse ¿qué hice mal para que me salga homosexual? y empezaría a preguntarse ¿cómo es que lo apoyo?.

Hace algunos años, cuando estaba la discusión sobre la Unión Civil (la propuesta de Carlos Bruce), participé de una reunión en la que pretendíamos analizar el tema y, en función de los diversos puntos de vista que se nos presentaran definir una postura, del grupo que me invitó a esa reunión; asistieron todo tipo de expositores desde quienes estaban a favor de la propuesta hasta quienes estaban en contra, la idea obviamente era tener ambos puntos de vista.

Durante esa reunión pude conocer al representante de una Comunidad Evangélica, cuyos miembros, curiosamente son los que han sido excluidos de sus iglesias, por el sólo hecho de ser homosexuales; puede que la exclusión no hay sido directa pero, la incomodidad sí se sentía y, salir de ese entorno y buscar uno nuevo, era lo más lógico. Cuando este joven, que por cierto es hijo de un líder evangélico nacional, de una denominación ultra conservadora; nos dijo, sin ningún tapujo, que es homosexual, créanme que me quedé impactado por su testimonio; toda una vida llena de luchas con su madre, su padre, los miembros de su iglesia y más. Ese testimonio, me llevó a la conclusión de que la población evangélica cuando, encerrados en su actitud vandálica y de jueces supremos, condenan al infierno a cuanto homosexual se les cruza por el camino (no olvidemos que un Pastor sugirió matarlos); está perdiendo el tiempo; no digo que no deben predicar el evangelio, claro que deben hacerlo, ese es su fin, es por ello que fueron salvos; pero, esa predicación del evangelio debe denotar amor antes que odio, respeto antes que burla, deben regar la semilla y, confiar que será el Espíritu Santo el que obrará.

Por otro lado, les contaré que hace algunas semanas, en la ciudad de Tarapoto, en una reunión del Gobierno Regional, me topé con un ex compañero de labores; quien, entre otras cosas no dudó en confesarme que es un asiduo lector de esta humilde columna (no saben cómo lo agradecí); pero, había algo que le intrigaba, de manera que, al tenerme a su lado, no podía dejar pasar esa oportunidad y salirse de dudas. Aquello que lo intrigaba, aquello que no lo dejaba dormir y que tampoco comer; era saber si el suscrito es o no un homosexual; ¿la razón de su pregunta? Haber leído una serie de columnas en las que exponía mi postura a favor de una educación con enfoque de género y mi constante defensa por los derechos de la población LGTBI.

En cuanto me hizo la pregunta, no hice otra cosa más que reír, y, decirle, con esa risa despampanante que me caracteriza; que, no por el hecho de estar a favor de determinadas políticas, quiere decir que uno es parte de aquello que defiende; que, no por el hecho de estar a favor del enfoque de género en la currícula o de los derechos en beneficio de la población LGTBI o por tener una postura favorable con el aborto para casos de violación sexual; signifique que yo sea miembro de ese grupo. Le dije que me defino heterosexual pero, que ello no me impide pensar de la forma en la que pienso.

En estos últimos días hemos visto, sobre todo en las redes sociales, una gran disputa entre quienes defienden las relaciones heterosexuales y quienes defienden las relaciones homosexuales; esto en el marco de la Marcha del Orgullo Gay, y he podido leer debates que han ido desde la contra argumentación moderada, respetuosa y lógica, hasta aquella que ha sobrepasado los niveles de tolerancia y el respeto. Está por demás decir que, en este tipo de debates, la población evangélica y católica, también tuvo su intervención; en algunos casos para condenar y mandar al mismo infierno a la población LGTBI y en otros casos para hablar del verdadero diseño de familia y su honda preocupación por los niños, niñas y adolescentes.

La preocupación es aceptable; pero, también se pide que no sólo se refleje a evitar que los NNA vean a dos hombres o mujeres besándose en público; sino que también nos preocupe el incremento de casos de violación sexual; que nos preocupe el incremento de embarazos en adolescentes; que nos preocupe el estado de abandono al cual algunos NNA han sido destinados; que nos preocupe la calidad de los servicios de salud y educación que están recibiendo; que nos preocupe cómo podemos ir armando las bases para formar una sociedad más inclusiva, respetuosa y tolerante; que nos preocupe el hecho de que algunas niñas están siendo destinadas al comercio sexual y los niños a otro tipo de trabajos, que pone en alto riesgo sus vidas; que nos preocupe que los NNA deben ser tratados como lo que son sujetos de derecho.

Entonces, creo yo, que si nuestra preocupación ocupa todos esos sectores y más, y no sólo está relacionado con evitar la visualización de una realidad, cada vez más latente; entonces, sí voy a creer que lo que realmente le interesa es el bienestar de los NNA y no sus intereses personales o políticos.  

Simplemente KAJOVEPI

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