Se imagina usted que de pronto,
un día cualquiera, venga uno de sus
hijos y con lágrimas en los ojos (porque le asusta tu reacción), un poco de
vergüenza (aunque no debería tenerla) y quizás hasta un poco bebido (porque
tuvo que tomar fuerzas para su confesión); se siente al frente suyo y le afirme
que es gay; ¿cómo es que reaccionaría?
¿lo sospechaba? ¿lo esperaba? ¿lo seguiría amando?
En una de las tantas salidas de
campo que tuve, durante el 2018, y en medio de una conversación con un grupo de
padres de familia; se me ocurrió hacerles esa pregunta ¿qué pasaría si de pronto tu hijo te dice que es gay?, créanme que
he tenido una serie de respuestas, de diversos tipos pero, no puedo olvidar la
respuesta que aquella madre me dio, y que incluso me removió mis entrañas;
<<…bueno señor Karol, ¿qué le podría decir? Yo creo que todos
tenemos derechos, que todos somos iguales y si mi hijo dice que decidió ser gay ¿quién soy yo para juzgarlo?,
después de todo es mi hijo y seguiría apoyándolo en todo; sé que esa confesión
le traería consigo una serie de problemas, sé que mucha gente empezaría a
alejarse de él, a dejarle de hablar o a mirarle mal; y frente a todo ello, yo
siempre voy a estar allí para apoyarlo, para ser su soporte y para hacer frente
a esos problemas; sería incapaz de darle la espalda…>>
No estoy seguro si usted daría
una respuesta similar a la de la señora, frente a la misma confesión; no estoy
seguro si a usted le cuadra la idea de saber que entre sus hijos, hay uno que
dice ser homosexual; no estoy seguro
si usted estaría dispuesto a cargar esa cruz, a soportar la serie de
comentarios burlescos por la decisión de su hijo; no estoy seguro si usted
dejaría de preguntarse ¿qué hice mal para que me salga homosexual? y empezaría
a preguntarse ¿cómo es que lo apoyo?.
Hace algunos años, cuando estaba
la discusión sobre la Unión Civil (la propuesta de Carlos Bruce), participé de
una reunión en la que pretendíamos analizar el tema y, en función de los
diversos puntos de vista que se nos presentaran definir una postura, del grupo
que me invitó a esa reunión; asistieron todo tipo de expositores desde quienes
estaban a favor de la propuesta hasta quienes estaban en contra, la idea
obviamente era tener ambos puntos de vista.
Durante esa reunión pude conocer
al representante de una Comunidad
Evangélica, cuyos miembros, curiosamente son los que han sido excluidos de
sus iglesias, por el sólo hecho de ser homosexuales; puede que la exclusión no
hay sido directa pero, la incomodidad sí se sentía y, salir de ese entorno y
buscar uno nuevo, era lo más lógico. Cuando este joven, que por cierto es hijo
de un líder evangélico nacional, de una denominación ultra conservadora; nos
dijo, sin ningún tapujo, que es
homosexual, créanme que me quedé impactado por su testimonio; toda una vida
llena de luchas con su madre, su padre, los miembros de su iglesia y más. Ese
testimonio, me llevó a la conclusión de que la población evangélica cuando, encerrados en su actitud vandálica y
de jueces supremos, condenan al infierno a cuanto homosexual se les cruza por
el camino (no olvidemos que un Pastor sugirió matarlos); está perdiendo el tiempo; no digo que no
deben predicar el evangelio, claro que deben hacerlo, ese es su fin, es por
ello que fueron salvos; pero, esa predicación del evangelio debe denotar amor
antes que odio, respeto antes que burla, deben regar la semilla y, confiar que
será el Espíritu Santo el que obrará.
Por otro lado, les contaré que hace
algunas semanas, en la ciudad de Tarapoto, en una reunión del Gobierno
Regional, me topé con un ex compañero de labores; quien, entre otras cosas no
dudó en confesarme que es un asiduo lector de esta humilde columna (no saben
cómo lo agradecí); pero, había algo que le intrigaba, de manera que, al tenerme
a su lado, no podía dejar pasar esa oportunidad y salirse de dudas. Aquello que
lo intrigaba, aquello que no lo dejaba dormir y que tampoco comer; era saber si el suscrito es o no un homosexual;
¿la razón de su pregunta? Haber leído una serie de columnas en las que exponía
mi postura a favor de una educación con enfoque
de género y mi constante defensa
por los derechos de la población LGTBI.
En cuanto me hizo la pregunta,
no hice otra cosa más que reír, y, decirle, con esa risa despampanante que me
caracteriza; que, no por el hecho de estar a favor de determinadas políticas,
quiere decir que uno es parte de aquello que defiende; que, no por el hecho de
estar a favor del enfoque de género en la currícula o de los derechos en
beneficio de la población LGTBI o por tener una postura favorable con el aborto
para casos de violación sexual; signifique que yo sea miembro de ese grupo. Le
dije que me defino heterosexual
pero, que ello no me impide pensar de la forma en la que pienso.
En estos últimos días hemos
visto, sobre todo en las redes sociales, una gran disputa entre quienes defienden
las relaciones heterosexuales y
quienes defienden las relaciones
homosexuales; esto en el marco de la Marcha
del Orgullo Gay, y he podido leer debates que han ido desde la contra
argumentación moderada, respetuosa y lógica, hasta aquella que ha sobrepasado
los niveles de tolerancia y el respeto. Está por demás decir que, en este tipo
de debates, la población evangélica y católica, también tuvo su intervención;
en algunos casos para condenar y mandar al mismo infierno a la población LGTBI y en otros casos para hablar del verdadero diseño de familia y su honda preocupación por los niños, niñas y
adolescentes.
La preocupación es aceptable;
pero, también se pide que no sólo se refleje a evitar que los NNA vean a dos
hombres o mujeres besándose en público; sino que también nos preocupe el
incremento de casos de violación sexual; que nos preocupe el incremento de
embarazos en adolescentes; que nos preocupe el estado de abandono al cual
algunos NNA han sido destinados; que nos preocupe la calidad de los servicios
de salud y educación que están recibiendo; que nos preocupe cómo podemos ir
armando las bases para formar una sociedad más inclusiva, respetuosa y
tolerante; que nos preocupe el hecho de que algunas niñas están siendo
destinadas al comercio sexual y los niños a otro tipo de trabajos, que pone en
alto riesgo sus vidas; que nos preocupe que los NNA deben ser tratados como lo
que son sujetos de derecho.
Entonces, creo yo, que si
nuestra preocupación ocupa todos esos sectores y más, y no sólo está relacionado
con evitar la visualización de una realidad, cada vez más latente; entonces, sí
voy a creer que lo que realmente le interesa es el bienestar de los NNA y no
sus intereses personales o políticos.
Simplemente
KAJOVEPI
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