jueves, 11 de julio de 2019

Ya pe profe



Quiero iniciar esta  nota, haciendo una pequeña confesión; bueno, en la medida de lo posible, busco que éste espacio sea más un espacio de opinión o crítica personal, antes que una exposición abierta de los pormenores de mi vida; sin embargo, de vez en cuando verán una que otra nota que, delata esos pormenores que busco ocultar, pero, no se asuste que no son cosas de otro mundo y, ésta tampoco es la confesión con la que quiero iniciar.

Resulta que hace algunos años, cuando salí de la secundaria, decidí, antes de iniciar una carrera, ir por algunos meses a una Academia Preuniversitaria. Una de esas noches un profesor, en un tono petulante, se me acercó para sugerirme como carrera, ser profesor; yo, que no me llevaba bien con él, firmemente le dije que No,  que prefiero estudiar cualquier otra cosa, antes que andar tirando latas; él, que no se quiso quedar callado, cerró la conversación, indicando que cualquier profesional puede terminar pateando latas.

Hoy, cerca de 13 años después de aquel incidente, no saben cómo se me cae la cara de la vergüenza, cada vez que me cruzo con dicho profesor; no estoy seguro si él recuerda esa conversación absurda pero, en mi caso lo recuerdo como si fuera ayer. Lo curioso de la historia, es que ahora que trabajo con docentes y con estudiantes, dicha profesión a veces me ha llamado la atención y, creo que finalmente podría atreverme a tener, como segunda carrera, el ser profesor.

El pasado 06 de julio, como todos los años, hemos celebrado, hemos conmemorado, y hasta feriado nos hemos tomado, por el día del maestro; he visto una serie de twits, mensajes en Facebook y en el whatsapp de mucha gente que agradeció y reconoció la labor de sus profesores y profesoras; he visto fotos de almuerzos, cenas, fiestas, paseos y más; he visto que hay mucha gente que ha escrito reseñas, que se ha dignado en repostear el video con el Himno del Docente; la verdad es que hay quienes sí se lo merecen, y hay quienes no, como en cualquier otro lado.

Considero que los y las docentes, hacen bastante por nuestra sociedad; es cierto que la educación viene de casa, en lo que a valores se refiere, y que ellos y ellas se dedican a inculcar, direccionar o facilitar el conocimiento; pero, el involucramiento con los y las estudiantes es inevitable, y entonces a veces se establecen lazos que son más fuertes que la relación docente-estudiante, en algunos de los casos esos lazos son positivos y en otros, son mal aprovechados por alguna de las partes.

Considero que su labor es la de afianzar, la de sentar las bases necesarias para que las nuevas sociedades, y las actuales, sean sociedades más llevaderas, sean sociedades pensantes, investigadoras, sociedades que apuesten por el cambio, ¿cómo es que logramos esto? En definitiva no es un tarea fácil, aunque a muchos les parezca que sí; pero, los y las docentes son personajes que a diario deben planificar, diseñar sus clases, estar atentos de lo que pasa con sus alumnos y alumnas, identificar el ritmo de aprendizaje que tiene cada uno.

Es cierto que las metodologías de enseñanza han ido cambiando, es cierto que cada quien tiene una forma distinta de visionar las cosas, es cierto que la currícula ha ido cambiando pero, la esencia de todo ello se mantiene estable. Sin embargo, y es muy lamentable tener que indicar esto, a veces la sociedad a través del Estado y sus políticas, no le permiten al docente, dar el todo de sí. Como nos lo dice un profesor, en uno de los cursos a los que asistí; Estamos en escuelas del siglo XIX, con profesores del siglo XX y estudiantes del siglo XXI”

Durante los últimos años, hemos visto a los y las docentes del Perú; salir a las calles a exigir, mediante paros o huelgas indefinidas, ante el Estado; mejoras en sus salarios, mejoras en los materiales educativos, mejoras en la infraestructura, entre otros puntos. De igual forma, durante los últimos años, más de uno de nosotros ha criticado e incluso se ha opuesto a esos paros o huelgas, aduciendo que no son necesarias y de que estos(as) exigen mucho para “lo poco que entregan”. Ha salido incluso cada idea descabellada, como aquella de proponer que sean otros tipos de profesionales, los que los suplan en las aulas, a fin de que el educando no se vea perjudicado; logrando así, desprestigiar la labor docente.

En lo personal sospecho y afirmo que no cualquier persona puede ejercer la docencia, pues ésta, como las otras profesiones, requiere de gente comprometida, gente que se apasione con lo que hace, gente que busque generar el cambio desde su profesión.

Dicho esto, quiero aprovechar el espacio para saludar a los y las docentes que, leen ésta columna y que la comentan entre pasillos; reconocer que gracias a uno de ustedes es que ahora puedo escribir, leer y moverme en el mundo de la tecnología. También quiero aprovechar este espacio para reconocer la labor que día a día realizan con mi hija, yo sé que es un poco terca (como el padre) pero, ella le va poniendo el punche y sé que logrará las objetivos trazados. Reconocer la labor de los y las docentes que vienen trabajando con nosotros en el programa de prevención de Trata de Menores. Reconocer la labor de mi compañera de trabajo que, entrega todo de sí para el trabajo con la población sorda. Finalmente y, esperando que mi profesor de academia lea esto, quiero pedirle disculpas públicas por atreverme a ofender a tan noble profesión.

Simplemente KAJOVEPI

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